Vengan a mí, todos los que están fatigados
Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net
Este año, como nunca, las palabras de Isaías que lleva el ritmo del Adviento, parecen hacerse realidad a cada momento. Israel se siente abandonado, no escuchado por Dios y con la tentación de buscarse otros dioses que resuelvan sus problemas. Isaías llama a reflexión a los hijos de Israel y les muestra a Dios como el único, como el que ha hecho todas las cosas y quien puede salvarlos.
Las palabras de Israel podríamos asumirlas cada uno de nosotros: “Mi suerte se le oculta al Señor y mi causa no le preocupa a Dios”, pero la respuesta del Señor a través de Isaías anima al pueblo a mantenerse fiel por que “Dios da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Quienes ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan”. Son palabras bellas que se hacen realidad en quien confía en el Señor.
Lo hemos experimentado siempre que vivimos en plenitud el amor: es cierto que los problemas y dificultades siguen presentes, pero si los afrontamos con amor y por amor, se pueden superar y tienen sentido. Isaías nos acerca a este Dios que se manifiesta como padre preocupado por sus hijos y en este amor finca la esperanza de superar todos los problemas.
En Jesús que hace carne y presencia en medio de los hombres, podemos encontrar el consuelo que promete Isaías. Por eso Él mismo repite, pero en presente y con rasgos de actualidad, las palabras que solamente eran una promesa. También hoy nos dirige Jesús las mismas palabras que a las multitudes que caminaban sin sentido y de las cuales tenía compasión.
También para nosotros es su invitación a acercarnos a Él con todas nuestras fatigas y agobios; también nosotros encontraremos en Él, consuelo y descanso. Tiempo de Adviento es este tiempo de encuentro con el único que puede sostenernos en medio de nuestros conflictos y darnos verdadera esperanza.