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Adviento, un tiempo de gracia para apreciar la vida
Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica han enviado un Mensaje para el Tiempo de Adviento.


Fuente: Vatican News



“Vivamos esta época buscando la novedad en nuestras vidas, para recibir a Aquél que nos ofrece la vida verdadera y eterna”, es esta la invitación de los Obispos de Costa Rica en su Mensaje para el Tiempo de Adviento, firmado por Monseñor José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada y Monseñor Daniel Francisco Blanco Méndez, Obispo Auxiliar de San José, Presidente y Secretario General, respectivamente, de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

Nuestro Salvador ha irrumpido en la humanidad

Tomando el texto del Evangelio de Lucas (1,35b), que dice: “¡Ven, Señor Jesús!, vida nuestra «El que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios»”, los Obispos recuerdan que, el tiempo de Adviento (del latín «venida»), es un tiempo de esperanza y de alegría, es la venida de nuestro Señor Jesucristo que nos trae la salvación. Por ello, “como pastores de la Iglesia – afirman los Prelados – enviamos nuestro mensaje de cercanía al Pueblo de Dios porque iniciamos un nuevo Año Litúrgico y lo hacemos con gozo: es un tiempo que nos permite reconocer que nuestro Salvador ha irrumpido en la humanidad”.

Un tiempo de gracia que nos permite apreciar la vida

En este tiempo litúrgico, los Pastores señalan que, el Adviento tiene una doble dimensión, pues en su primera parte es tiempo en que renovamos nuestra fe en la espera de la segunda venida de Cristo al final de la historia y es también tiempo de preparación para la solemnidad de Navidad, haciendo presente la primera venida del Hijo de Dios a la humanidad, el nacimiento que se anuncia es el de nuestro Salvador, que viene a redimirnos, a darnos vida y vida en abundancia. Por ello, “es importante y necesario, entonces, que reflexionemos sobre el don de la vida que hemos recibido gratuita y maravillosamente por parte de Dios.  Mientras algunos en la sociedad desprecian este don y derecho sagrado, nosotros vivimos un tiempo de gracia que nos permite apreciar el más importante regalo que se nos ha dado: la vida”.



El Reino de Dios es posible para todos

En este sentido, la invocación “¡Ven, Señor Jesús!”, se vuelve un clamor en medio de las oscuridades que se presentan en nuestra sociedad, para que pueda iluminar y guiar los corazones de las personas. ¡Ven, Señor Jesús!, se vuelve el grito que los creyentes y las personas de buena voluntad debemos llevar a nuestro país, para poner un freno a corrientes e ideologías que quieren privarnos del don de la vida. Por ello, los Obispos señalan que, “conscientes del dolor, del pecado, de las tensiones, de las limitaciones y dificultades de esta vida, de la inseguridad y hasta de la muerte, Adviento es una invitación a aguardar a Jesús, que siempre tiene un mensaje trascendental para nosotros: que el Reino de Dios es posible para todos”.

La Iglesia ora por un Adviento pleno y definitivo

En este tiempo, los Prelados afirman que, la mejor preparación para acoger a Jesús es vivir sus enseñanzas, compartir con los demás, vivir el Evangelio, abrir los ojos a las necesidades del prójimo; dar nuestro tiempo, compañía y ayuda material a los demás. Y en medio de la Gran Misión Nacional que vivimos, la Iglesia ora por un Adviento pleno y definitivo, por una venida de Cristo para todos los pueblos de la tierra que todavía no han conocido al Mesías o no reconocen aún al único Salvador.

Adviento es encuentro de Dios con el hombre



Adviento – indican los Obispos – también es tiempo para reflexionar sobre el curso y destino que estamos forjando en nuestra sociedad, cada vez más materialista, muchas veces solamente en busca de resultados económicos y de desvirtuar los verdaderos valores que enaltecen la dignidad de la persona humana. Adviento es encuentro de Dios con el hombre, por ello debe llevarnos a una cultura de acogida de la vida desde la concepción hasta su muerte natural. Este tiempo de Adviento lo vivimos, de modo especial, en medio de un proceso sinodal convocado por el Papa Francisco, quien nos pide caminar juntos, reflexionando sobre nuestra forma de vivir y de ser en la comunidad eclesial.







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