Libertad de conciencia
Por: Pbro. Francisco Ontiveros Gutiérrez | Fuente: Semanario Alégrate
¿Qué es la conciencia?
La palabra conciencia viene de unos vocablos latinos que al traducirlos dan el significado: “con la ciencia”, “con el conocimiento debido”. Así pues, la conciencia es la que nos capacita para tomar las decisiones con el debido conocimiento de las cosas, con la claridad del objeto de la acción o elección, de sus causas y de todas sus consecuencias. Por lo tanto, una decisión consciente no es cualquier decisión, se trata de una decisión pensada, meditada, incluso orada. Algunos comparan la conciencia con el sagrario interior del que goza cada persona, en el que entra en contacto con Dios mismo que le habla con toda claridad.
Imágenes bíblicas de la conciencia
La sagrada Escritura compara la conciencia con el espíritu, con el alma, con las entrañas de cada persona, la conciencia bien puede ser sinónimo del corazón. Con estas imágenes se hace referencia al interior más íntimo de la persona, en la que es sólo ella quien se enfrenta ante su propio tribunal, sin que nada ni nadie le exija o condicione. Para los hagiógrafos, la conciencia está representada con el corazón. Por eso, en la literatura profética la renovación de la conciencia es presentada como un corazón nuevo; un espíritu nuevo. En las parábolas de Jesús, cuando el Maestro quiere hacer referencia a la conciencia o a los efectos de ella, lo dice con el término corazón. El centro de la silueta moral de una persona descansa en el corazón. El bien y el mal salen del corazón del hombre, dice Jesús.
El recinto más íntimo
La conciencia es, según el Vaticano II, el núcleo más secreto y el sagrario del ser humano, en el que el hombre está a solas con Dios, escuchando su voz en esta intimidad poblada. (cfr. GS 16), Dios nos ha concedido una capacidad que distingue al hombre del resto de la creación, pues nosotros podemos detenernos, retirarnos, acallarnos, silenciarnos, evaluarnos, sentirnos y pensarnos descubriendo nuestras bondades y maldades, aceptándonos y responsabilizándonos. La conciencia dirige su testimonio sólo ante la persona misma, por lo que la persona, a la luz de su conciencia descubre su fidelidad al proyecto de Dios o su rebeldía. Por esto, es de vital importancia la formación de la conciencia. La conciencia es algo tan sagrado que exige ser servido en la verdad (RP 33).
Libertad de conciencia
La libertad de conciencia es la capacidad de la que goza cada persona de adoptar, mantener o cambiar cualquier pensamiento y manifestarlo con toda seriedad y respetuoso apego a la verdad y a los demás. Esto constituye uno de los principales derechos y libertades inalienables. No existe ninguna razón que permita obligar, coaccionar o reprimir una decisión tomada en conciencia y apego a la verdad. En conciencia nadie le debe nada a nadie, pues la conciencia es tan sagrada que nos pone en deuda con Dios y con nosotros, es decir nos coloca de cara a la verdad. Nadie tiene permitido por ninguna razón, obligar a otra persona, con el pretexto de conciencia a decir o hacer algo en contra de su conciencia recta.