La Eucaristía es la “fuente y la cumbre” de toda la vida cristiana, es la “acción sagrada por excelencia”, cuya eficacia, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia y todos los sacramentos se orientan hacia ella. Por medio de ella, nos unimos a la Liturgia del cielo y nos anticipamos a la vida eterna. (SS Francisco, 30/5/2015).

Por ello podemos decir sin temor a equivocarnos que la Eucaristía es: “El corazón de la Iglesia”.

Cuando celebramos la misa, no hacemos una representación de la Última Cena». es otra cosa. Es propiamente la Última Cena; es precisamente vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor. (SS Francisco 10/2/2014).

Este Sacramento cuenta con varios nombres tales como:

Eucaristía:Porque es la realización de una “acción de gracias” a Dios. Nos recuerda a las bendiciones judías que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.

Banquete del Señor: Porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión y es la anticipación del banquete de bodas del Cordero en la Jerusalén celestial.

Fracción del pan: Porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía y distribuía el pan, sobre todo en la última Cena. En este gesto los discípulos lo reconocerán después de su resurrección. Así se le llamará a las primeras asambleas eucarísticas.

Santo Sacrificio: Porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia.

Santa Misa: Porque la liturgia se termina con el envío de los fieles (“missio”) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.

La Eucaristía puede ser ofrecida en reparación de los pecados de los vivos y los difuntos, y para obtener de Dios beneficios espirituales o temporales.

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No desaprovechemos el Tesoro más preciado que tiene la Iglesia: La Eucaristía.