17 de septiembre de 2022
Salió el sembrador a sembrar
Por: Rubén Tornero, LC | Fuente: somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, te doy las gracias por el inmenso amor que me tienes. Gracias porque en tus brazos tengo un lugar donde siempre puedo volver. Gracias, porque a pesar de mi debilidad, a pesar de mis pecados, Tú nunca has dejado de amarme ni me has abandonado. Siempre has estado a mi lado, en las buenas y en las malas. Gracias porque incluso cuando con mis palabras, pecados o actitudes te he dicho que me dejaras en paz, aun cuando me he olvidado de ti, Tú nunca me has retirado tu amor ni has apartado tu amorosa mirada que me sigue y protege a donde quiera que voy. Gracias, Jesús.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto el ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando».
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, hoy me dices que el sembrador salió a sembrar. Tú eres el divino sembrador que todos los días quieres venir a mi alma.
Te agradezco, amado Jesús, todo lo que haces por mí.
Yo sé que en mi alma no todo es tierra buena. Sabes que soy camino donde tus palabras muchas veces no penetran por causa de la rutina y que el enemigo termina arrebatándomelas.
Soy terreno pedregoso, lleno de inconstancia, pronto para hacer propósitos, pero tardo para cumplirlos y mantenerlos.
Soy una maraña de espinas donde tantas cosas me preocupan e inquietan y tengo muy poco tiempo para pensar en ti… para hablar contigo. Y cuando por fin encuentro tiempo para ti, la mayoría de las veces no hago más que pedirte.
Gracias, porque a pesar de todo, nunca has cesado de trabajar pacientemente mi alma. Tú sueñas con convertirme en un hermoso huerto… a mí que soy sólo tierra árida. Tú no me abandonas. Nunca lo harás. Saldrás cada mañana con el mismo amor, con la misma confianza de la primera vez. Harás todo lo que esté de tu parte para transformar mi corazón. No te darás por vencido. ¡Cuánto me amas Jesús! Gracias por todo tu amor.
«Intentemos imaginarlo: un terreno pedregoso es un terreno “donde no hay mucha tierra”, por lo que la semilla germina, pero no consigue echar raíces profundas. Así es el corazón superficial, que acoge al Señor, quiere rezar, amar y dar testimonio, pero no persevera, se cansa y no “despega” nunca. Es un corazón sin profundidad, donde las piedras de la pereza prevalecen sobre la tierra buena, donde el amor es inconstante y pasajero. Pero quien acoge al Señor solo cuando le apetece, no da fruto».
(Homilía de S.S. Francisco, 16 de julio de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a buscar que la gracia de Dios no pase de largo en mi vida buscando mantenerme unido a Jesús.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.