Menu


Todos necesitamos dar frutos de conversión
¡Sí, Dios puede pedirnos cuentas!


Por: Pbro. Joaquín Dauzón Montero | Fuente: Semanario Alégrate



Para aquellos de entre nosotros que, queriendo o no, pensamos y actuamos haciendo distinción entre los buenos y los malos, va dirigido este texto del evangelio, pues nos parecemos a quienes esperaban que Jesús se decidiera a favor de los galileos y en contra del poder e intervención de los romanos.

Jesús no puede ser parcial en sus juicios, porque sabe que todos necesitamos convertirnos. De allí la doble invitación para hacerlo: “y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante”, en la primera parte del texto de este domingo. Esta necesidad se refuerza con la parábola de la higuera. Si el dueño de la higuera plantada en su huerto es un judío, debía permitir que ésta estuviera plantada, al menos, durante unos cinco años: tres años mientras crece, uno para que el dueño buscara sus frutos y, uno más para que los demás se alimentaran con ellos (Levítico 19,23). Pero el dueño, Dios Creador, no encuentra ni para él y para su gloria, en un encuentro vertical ni para los demás, en un encuentro horizontal, el fruto que se le debe.

Todo seguidor, serio, de Jesús, ha de vivir en actitud constante de producir buenos frutos; esa es la enseñanza de la parábola de la higuera y el viñador. Dios está en todo su derecho de pedirle cuentas a su criatura, porque lo ha capacitado para hacer el bien, luchando por la justicia, y cultivando relaciones sanas con los demás.

¡Sí, Dios puede pedirnos cuentas! Empezamos, a partir de este domingo, a vivir una tercera oportunidad, para prepararnos a celebrar los misterios centrales de nuestra fe, la pascua del Señor, y no debiéramos echar en saco roto lo que Jesús nos enseña. Claro que lo tenemos a él, a Jesús, que intercede por nosotros y pide paciencia al dueño del huerto, dándonos un año más de espera; como dice san Pablo: “todos han pecado y están privados de la presencia de Dios, pero son perdonados sin merecerlo, generosamente, porque Cristo Jesús los ha rescatado” (Rm 3,23-26), pero a sabiendas de que no podemos abusar de su paciencia, pues este año puede ser el último, para muchos de nosotros. Preparémonos para que cuando el dueño de la viña nos visite pueda recibir una buena cosecha.







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |