Al reflexionar, en diálogo con Dios, ante estas preguntas, puedo descubrir que hay un familiar que espera mi visita, un amigo que necesita ser consolado, un compañero de trabajo que suplica silenciosamente un consejo.

A veces basta muy poco para dar la vida por otros: limpiar juntos la cocina, ordenar unos papeles de la oficina, dedicar tiempo a escuchar a quien habla y habla minutos incontables.

Otras veces se nos pide un gesto más difícil, que incluye toda la vida, por ejemplo, cuando día tras día atendemos a un enfermo que pasa muchas semanas tendido en la cama.

Vivir para uno mismo asfixia, lleva a una pobreza interior desconsoladora. Vivir para los demás, dar la vida por otros, hace que el desgaste diario tenga un sentido y un objetivo que plenifica.

Así fue la vida de Cristo: un darse plenamente al Padre y a los hombres. Así es la vida de quien quiere ser discípulo de Jesús: entregar por completo el presente en el servicio y ayuda de quienes hacen junto a nosotros el recorrido de la existencia humana.

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(Los datos del libro de don Fabio Rosini son estos: El arte de recomenzar. Los seis días del discernimiento, Rialp, Madrid 2018).