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El obispo es verdadero sucesor de los apóstoles
La Iglesia enseña que, por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia.


Por: Pbro. José Javier Sánchez Martínez | Fuente: Semanario Alégrate



Jesucristo, el Señor, con tal de guiar al pueblo de Dios y hacerlo madurar siempre, instituyó en la Iglesia una armónica diversidad de ministerios, cada uno, ordenado en beneficio de todo el cuerpo místico, la Iglesia. No podemos negar que Jesucristo es el Pastor eterno, el Buen pastor, que ha enviado a sus apóstoles para servir a su Iglesia como Él mismo ha sido enviado por el Padre. Y ha querido que los sucesores de los apóstoles, es decir los obispos, fuesen pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos (cfr. LG ,18).

Así pues, Dios ha querido en Cristo que la Iglesia fuera pastoreada por los apóstoles y los sucesores de éstos. Los obispos, junto al sucesor de Pedro y Vicario de Cristo, dirigen la casa del Dios vivo.

El mismo Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamó a los que Él quiso para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar el Reino, como cuenta de ello dan los sagrados evangelios.

Con sus apóstoles el Señor formó una especie de colegio, es decir, un grupo estable y puso al frente de ellos a Pedro. Ahora bien, esta divina misión confiada por Cristo a los apóstoles, ha de durar hasta el fin de los siglos (cfr. Mt 28,20). Pues el evangelio que deben transmitir será siempre el principio de toda la vida para la Iglesia. De este modo, con tal de que la misión de los apóstoles continuara, ellos mismos tuvieron colaboradores en su ministerio. Así pues, ellos establecieron algunos varones y les ordenaron que, al morir ellos, otros varones probados se hicieran cargo del ministerio (cfr. LG, 20).

San Ireneo atestigua que, por medio de aquellos que los apóstoles instituyeron como obispos y sus sucesores hasta nosotros, se manifiesta y conserva la tradición apostólica en el mundo entero. (cfr. Ireneo, Contra los herejes; LG 20).



La Iglesia enseña que, por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia. Quien los escucha, a Cristo escucha, y quien los desprecia, desprecia a Cristo y a quien le envió (cfr. Lc 10,16; León XIII).







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