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Los Reyes Magos encuentran al Hijo de Dios y le ofrecen lo mejor
Ofrezcamos a él nuestras debilidades humanas para que sean transformadas en la grandeza de su gloria.


Fuente: Conferencia Episcopal de Colombia



La “Epifanía del Señor” es una de las fiestas litúrgicas más antiguas, también conocida como de los “Reyes Magos”. Comenzó a celebrarse en Oriente en el siglo III y en Occidente se adoptó en el curso del IV. Epifanía, voz griega que significa "manifestación", pues el Señor se reveló a los paganos en la persona de los sabios de Oriente.

Los Reyes Magos encuentran a Dios y le ofrecen lo mejor. La actitud de postración frente a la presencia de Jesús nos indica el gozo que brota de un corazón que sabe reconocer la presencia del Señor y se postra para reconocerlo y ofrecerle lo mejor que se tiene.

En este contexto, sor Arelis Gaviria Montoya, directora del Departamento de Estado Laical de la Conferencia Episcopal de Colombia, nos habla del significado de cada regalo que recibe el Niño Dios y a lo que este nos invita.

ORO: El oro es el regalo que se da a los reyes, el metal más preciado, sirve para reconocer la realeza y grandeza de esa persona. La reina de Saba otorgó este regalo al rey Salomón.

Ofrezcamos a Dios el oro de nuestras buenas acciones, el cuidado de nuestros niños, niñas, jóvenes y adolescentes.



INCIENSO: El incienso en la Biblia, así como en la cultura hebrea y judía se usaba para ofrecérselo a Dios, Por tanto, es una prueba de la divinidad de Cristo, ofrecerle incienso, como a un auténtico Dios.

Ofrezcamos el incienso de nuestra oración por las familias, para que, a ejemplo de del hogar de Nazaret, nuestras casas sean un ejemplo de amor, perdón acogida, sencillez y humildad.

MIRRA: La mirra la usaban los judíos para embalsamar los cadáveres, pero también se usó como perfume para las personas, es símbolo entonces de lo humano, de lo material, de lo carnal.

Nos viene a enseñar que Cristo se hizo carne, humano, verdadero hombre, y murió por nosotros, por eso, necesitó ser embalsamado con mirra. Ofrezcamos a él nuestras debilidades humanas para que sean transformadas en la grandeza de su gloria.









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