Menu


Los que pertenecen a la luz
Obispo de Irapuato.


Por: Mons. Enrique Díaz Díaz | Fuente: Conferencia del Episcopado Mexicano



Hoy nos propone San Lucas una parábola que a muchos de nosotros nos desconcierta. Este administrador que al saber que será despedido por haber malgastado la fortuna de su señor, hace la última trampa llamando a los deudores y perdonándoles la deuda con la única finalidad de tener a quien recurrir cuando sea despedido.

¿Estará de acuerdo Jesús con esta forma de proceder? Porque al final de la narración parece alabarlo. ¿Qué pretende Jesús al proponer esta parábola? ¿Recomendar la astucia y la sagacidad para conseguir los asuntos del Reino de Dios? En el contexto de un capítulo que afirma la imposibilidad de servir a Dios y al dinero, no se entiende cómo Jesús pueda recomendar la astucia en el manejo del dinero. Nos replantea lo que el dinero puede significar para nosotros.

¿Para qué son los bienes, las riquezas, las posesiones que tenemos en este mundo? ¿Para acumularlos en fortunas descomunales? ¿Para derrocharlos en francachelas interminables? ¿Para reprimir a otros? ¿Para crear imperios multinacionales que rijan el destino de los pueblos? ¿Para dar una imagen de solidez y éxito? Pareciera que en el mundo las riquezas han servido siempre sólo para esto.

Hoy Cristo nos hace caer en la cuenta de que el dinero puede también utilizarse en buenas obras.  La parábola del administrador astuto, leída en su totalidad, nos ofrece la imagen de un hombre que aprovecha sus últimos momentos al frente de una gran fortuna para beneficiar a los deudores. Es un administrador que emplea el dinero para reducir la carga de los demás y procurarse amistades duraderas.

Esta parábola no quiere ser un elogio a la corrupción, sino una invitación a que no aumentemos las cargas de los demás, porque podemos estar a punto de perderlo todo. Jesús nos plantea un desafío: poner todo nuestro afán en la construcción del Reino y no en las cosas materiales. Los bienes tendrán sentido si construyen, si no explotan a los más pobres, si ayudan a construir un mundo de hermanos.



Que hoy cada uno de nosotros nos preguntemos qué es lo que hacemos y cómo construimos ese mundo de Jesús.







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |