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21 de noviembre de 2021

Construye el Reino de Cristo en tu corazón
Santo Evangelio según Juan 18, 33-37. Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo


Por: Jorge Alberto Leaños García, LC | Fuente: somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, te doy gracias por la especial protección que me has dado en este día. Alcánzame la gracia de ser siempre fiel a tu amistad y haz que este momento, se convierta en un verdadero encuentro, un encuentro que me anime a hacer lo que debo hacer, andar hacia donde Tú me llamas y así logre enamorarme aún más.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según Juan 18, 33-37

En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le contestó: «¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?» Pilato le respondió: «¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?». Jesús le contestó: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí».

Pilato le dijo: «¿Conque tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz».

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hay un reino que sobrepasa cualquier montaña o mar, que se extiende a lo largo de generaciones. Un reinado ante el cual cada hombre levanta libremente las fronteras de su intimidad o se abre generosamente para formar parte de este reino integrado, no personas perfectas y sin pecado, sino por aquellos que inspiran y dirigen su vida en la instauración de este reino.

Su rey, coronado de espinas y de oro, tiene la intención de entrar completamente en la realidad humana. Quiere estar ahí, donde las sonrisas abundan y, al mismo tiempo, donde caen las lágrimas. Sueña con dar esperanza entre los que no creen en un futuro y transmitir un porqué a los que no encuentran sentido.

Es Cristo el rey que supo atravesar el terreno del dolor para poder acompañar a todo hombre en el sufrimiento y la desolación. Pero que, también viajó a lo largo del camino del gozo para recordar el sentido y la fuente de la verdadera alegría.

Él demostró que, aunque haya parecido humanamente un miserable crucificado, puede hacer brillar la belleza de la entrega incondicional, enviando un rayo de esperanza a lo largo de todo su reinado.

Este reino no está terminado. La primera piedra sabemos quién la ha puesto, pero Él quiso dar la oportunidad de que cada hombre se sienta comprometido a edificar, levantar y extender edificios concretos, caminos proyectados, una misión específica en cada miembro que recibe un encargo para seguir construyendo este reino. Surge el anhelado llegar a toda alma necesitada.

Podrá ser Cristo el Rey del universo, sin embargo, Él quiso ser aún más cercano para que podamos decir Cristo Rey Nuestro.

«Pidamos que las familias encuentren apoyo en sus esfuerzos por difundir el Reino de Cristo y por ocuparse de los últimos de nuestros hermanos y hermanas. Que en medio de los vientos y las tempestades que azotan nuestros tiempos, sean las familias baluartes de fe y de bondad que, según las mejores tradiciones de la nación, resisten a todo lo que pretende disminuir la dignidad del hombre y de la mujer creados a imagen de Dios y llamados al sublime destino de la vida eterna. Que la Virgen mire con misericordia a todos los miembros de la familia de su Hijo que sufren».
(Ángelus de S.S. Francisco, 26 de agosto de 2018).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscaré una forma concreta para extender el reino de Cristo. Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.


¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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