La flor del amor
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net

Un período pasajero pero vital para todo joven. Años en los que caen en el jardín de tu juventud muchos entusiasmos, proyectos, anhelos y sueños. Y como fruto de esas semillas surge la flor del amor. ¡Qué bonito!
Parece fácil cultivar esa flor, pero si contemplas hoy el inmenso jardín del mundo, de nuestra sociedad humana, encontrarás muchas flores marchitas, truncadas, muertas. ¡Qué lástima! Hablo de matrimonios separados y, a veces, rotos. Amores que han fracasado. ¿Por qué?
Aunque parezca extraño, el amor verdadero no es fácil. No valen unas palabras románticas y un puñado de promesas. Sé prudente, no construyas sobre tierra movediza, sobre sentimientos y emociones. Hoy sí, mañana no...
Durante el noviazgo te juegas tu propio futuro. No puedes tomarte las cosas a la ligera. Si te falla el amor, puedes arruinar tu vida. Y hay casos, desgraciadamente. Por eso, deberías tomar el noviazgo y todo lo que le concierne con cierta seriedad, como una escuela de amor -así lo ha escrito alguno-. Durante este tiempo te aconsejo que aprendas a amar, a dedicarte al otro u otra a costa de los mil y un sacrificios que esto comporte.
No te conformes con el amor barato. Ese amor es una estafa y tarde o temprano, te llevarás un gran chasco. Será difícil quitarte luego el mal sabor de boca y de alma. Experimentarás el vacío y la insatisfacción. Por favor, no cometas el error de reducir el amor al plano meramente físico. El amor es mucho más rico. Comprende sentimientos, emociones, inteligencia y voluntad. Un amor que abarca toda tu persona, no sólo tu cuerpo.
Si te quedas sólo con los sentimientos, te deseo una buena aventura, pues volarás como las hojas a merced del viento desde la cima de una preciosa montaña hasta el charco más sucio y frío.
Te doy algunos consejillos. Trata de conocer a quien amas. Este paso requiere tiempo. Si vas demasiado rápido te vas a estrellar. Cuando menos te lo esperes te chocarás con un árbol, con alguna sorpresa ingrata y a ver si sales ileso.
El segundo paso es para gigantes del amor. Para auténticos enamorados. Aceptarse y donarse al otro. No corras el riesgo de fundar tu amor, por ello, en la arena de los sentimientos y emociones. Pon en juego también tu inteligencia para conocer al otro y tu voluntad para donarte a él, pase lo que pase. Si construyes sobre arena, tu amor no resistirá ni un minúsculo y raquítico vientecillo, ni mucho menos, un huracán. )Y quién te dice que no vendrán?
No olvides que en esto te juegas tu felicidad. Que tu matrimonio no sea un sueño, una historia de amor entre el príncipe y la doncella más guapa del mundo. Pon los pies sobre la tierra no sea que te duela mucho la caída. Hay que conocer a fondo al otro para asegurar así la futura armonía, el éxito. Y un medio eficacísimo es el diálogo maduro.
La clave es vivir el noviazgo con los ojos puestos en el futuro, la familia, los hijos...
Si tienes alguna consulta utiliza este enlace para escribirle a P. Omar Oswaldo Guillén Mendoza, Sacerdote salesiano de Don Bosco, de la diócesis de Curacao. Especialista en la orientación de jóvenes
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