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Sursum Corda

No hay mejor manera de resistir y perseverar que ir a misa
El pan que a nosotros se nos ofrece es precisamente Jesús, que es el pan definitivo que nos levanta para seguir cumpliendo nuestra misión.


Por: Pbro. José Juan Sánchez Jácome | Fuente: Semanario Alégrate



Uno puede comprender y aceptar que el cansancio llegue a nuestra vida porque forma parte de nuestra condición humana. Cada quien conoce su realidad, cada quien sabe hasta dónde llega y hasta cuánto puede rendir. Conociendo esta realidad y teniendo presente el esfuerzo y la donación de todos los días, aceptamos que el cansancio va llegando a nuestra vida.

Esto lo llegamos aceptar, pero el cansancio de los fuertes realmente nos preocupa. El cansancio de los guías, de los que tienen la responsabilidad de conducirnos y acompañarnos en la vida. Nos preocupa cuando los esposos se cansan, cuando los padres de familia se cansan, cuando se cansan los consagrados, los sacerdotes y los guías espirituales, y ya no quieren seguir adelante.

Eso verdaderamente es preocupante, aun aceptando que el cansancio es parte de la condición humana. Nos llega a preocupar el cansancio de los fuertes, de aquellos que han sido puestos y elegidos para proteger, custodiar y acompañar el caminar espiritual del pueblo de Dios.

La Biblia nos va presentando distintos casos del cansancio de los fuertes. Uno se puede escandalizar y preocupar seriamente, pero la Biblia nos presenta estas situaciones de manera tan realista haciéndonos ver en estos casos que llega la hora de Dios.

En su momento Moisés llegó a experimentar el cansancio y la frustración. Siente que ha hecho tanto y ha dado tanto por este pueblo que sigue siendo malagradecido y que no tiene la capacidad de ser fiel a un Dios que ha estado incondicionalmente en su vida.



Otro caso es el de Elías, el profeta de fuego, que también se cansó. Los evangelios a su vez nos presentan varios casos en la vida de nuestro Señor Jesucristo en que sentía el cansancio, la decepción y el miedo. Jesús no era un temerario, sino que siendo consciente de los peligros y amenazas sabía retirarse a tiempo. Se apartaba para estar a solas y hacer oración, reconociéndose necesitado del Padre.

Uno se escandaliza y se preocupa que un guía se canse y ya no quiera seguir adelante. Por lo que debemos tener presente que cuando se cansan los fuertes, lo que sigue es la acción poderosa de Dios, la irrupción de la gracia de Dios. A Elías se le dice: “¡Levántate y come!” Dios no viene simplemente a darnos una palmadita o un consuelo pasajero. La palabra de Dios es realista y por eso se le dice a Elías: “¡Levántate y come porque el camino es superior a tus fuerzas!”

Ahí está la clave para entenderlo. Uno tendría que esperar -cuando definitivamente nos sentimos cansados, abrumados y rebasados ante tantas adversidades a la hora de cumplir una misión que Dios nos encarga- que en ese momento irrumpa la gracia de Dios.

Con estas referencias podemos comprender lo que dice san Pablo: “cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Cuando reconozco que no puedo, que me siento rebasado ante esta situación, aun cuando quiero hacer el bien, entonces se va reflejar en mi persona la gracia de Dios, va irrumpir en mi vida la gracia de Dios que me rescatará, que me sacará adelante, que me levantará para que siga caminando como Elías, porque el camino es mayor que mis fuerzas.

El pan que a nosotros se nos ofrece es precisamente Jesús, que es el pan definitivo que nos levanta para seguir cumpliendo nuestra misión. Si alguien nos preguntara: qué tengo que hacer porque estoy cansado, ya no quiero seguir adelante, no entiendo mi matrimonio y mi familia, ya no soporto lo que está pasando, qué hago delante de estas injusticias ya que quiero hacer el bien pero me tienta el mal para hacer lo mismo que los demás; ¿qué es lo que tengo que hacer? No hay que divagar, la respuesta concreta y clara es: Jesús eucaristía. Agárrate de Jesús, que no te falte la eucaristía, Él es el pan de la vida, lo dijo con sus mismas palabras.



Yo no les puedo aconsejar otros caminos y otras filosofías. Yo les recomiendo a su vez lo que se me ha encomendado: la eucaristía que pongo al alcance de todos, casi con las palabras que el ángel le dijo a Elías: “aquí está, tómalo, come porque lo que sigue es mayor a tus fuerzas”. La respuesta es la eucaristía.

Cuando nos encontremos con una persona cansada no divaguemos; recomienden a Jesús eucaristía, la sagrada comunión, es lo que tenemos, es lo que dejó Jesús. Recibe con piedad y devoción a Jesús eucaristía y verás que cuando eres débil entonces eres fuerte, que cuando parece que ya se cerraron todas las puertas, la gracia del Señor abre los horizontes de la vida.

Esa es la recomendación porque muchos están cansados y fastidiados, con mucha carga física, económica, emocional y espiritual por estos tiempos complejos que estamos viviendo. Que ante toda la carga que podamos experimentar recordemos las palabras de Jesús: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”. Jesús es el pan que nos puede dar las fuerzas para seguir caminando en esta realidad difícil que estamos enfrentando.

Hablando de la eucaristía, sostiene el P. Nicola Bux: “Los cristianos deben estar preparados para ir al martirio por Jesús, y no hay mejor manera de resistir que ir a Misa, el sacrificio del mártir por excelencia”.







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