Menu



18 de diciembre de 2020

Mis planes, Sus planes
Santo Evangelio según san Mateo 1, 18-24. Viernes III de Adviento


Por: Luis Alejandro Huesca Cantú, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

¡Señor Jesús! Quiero decirte que deseo ardientemente preparar mi corazón para adorarte en esta Navidad, como lo han hecho los pastores. Por eso, me pongo en tu presencia y te pido humildemente tu gracia, para que todo mi ser te alabe y te bendiga.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-24

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel que quiere decir Dios-con-nosotros.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Palabra del Señor


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Ya faltan pocos días para Navidad. Y el Evangelio de hoy nos lleva a encontrarnos con uno de los protagonistas. Sí, el Evangelio nos ayuda a conocer a un hombre justo que habla poco, pero que por medio de sus obras es capaz de hablarnos al corazón: San José. Los Evangelios no nos transmiten ninguna palabra o diálogo de él, pero nos logran mostrar algo más profundo y más grande: su corazón.

José no comprende cómo es que María va a dar a luz a un niño. Parece que sus planes no han salido como había previsto. Y es aquí cuando vemos la grandeza de San José: reacciona con un corazón lleno de amor, a pesar de no comprender los caminos de Dios.

Seguramente a ti también te ha pasado que se derrama por accidente el agua de un vaso sobre la mesa. El vaso se ladea y en un instante, el agua parece buscar una salida rápida de la mesa. Toda el agua se empieza a extender como buscando abrazar la mesa.

Reflexionar un poco sobre esta experiencia sencilla nos puede ayudar a preguntarnos: ¿y yo cómo reacciono ante lo que está fuera de mis planes? ¿Y cómo habría reaccionado San José ante esta situación? Sin duda alguna, San José no hubiera querido poner en evidencia a nadie y simplemente hubiera perdonado, limpiado la mesa y seguido adelante como un hombre justo que escucha la voz de Dios en su interior y se pone en camino.

¡Cuánto nos enseña San José! Un hombre que por su confianza en Dios reacciona con gran paz y mansedumbre ante las cosas que no entiende. Te invito a aprovechar este tiempo de oración para contemplar la bondad de Dios a través del ejemplo de este gran santo, el papá protector de Jesús y María.

«Jesús, Dios, es un hombre verdadero, con su cuerpo de hombre está en el cielo. Y esta es nuestra esperanza, es nuestra ancla, y nosotros estamos firmes en esta esperanza si miramos al cielo. En este cielo habita aquel Dios que se ha revelado tan cercano que llegó a asumir el rostro de un hombre, Jesús de Nazaret. Él permanece para siempre el Dios-con-nosotros -recordemos esto: Emmanuel, Dios con nosotros- y no nos deja solos. Podemos mirar hacia lo alto para reconocer delante de nosotros nuestro futuro. En la Ascensión de Jesús, el crucificado resucitado, está la promesa de nuestra participación en la plenitud de vida junto a Dios».
(Regina Coeli de S.S. Francisco, 8 de mayo de 2016).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Te invito a que en este día todas tus acciones y tus reacciones estén llenas de amabilidad y de bondad. ¡No tengas miedo a intentarlo! Será muy fácil si tu corazón es como el de San José.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |