Menu



29 de septiembre de 2020

El corazón humano y la labor de los ángeles
Santo Evangelio según san Juan 1, 47-51. Martes XXVI del Tiempo Ordinario


Por: Sergio Rodríguez, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Padre, te pido que en este día me concedas la gracia para amarte más y saberme amado por ti; Tú que me conoces mejor que nadie, ayúdame a poner mi confianza en ti y a recurrir a tus ángeles pidiéndoles que me cuiden siempre.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 1, 47-51

En aquel tiempo, cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: “Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”. Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”. Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Conocer el corazón humano es una gran hazaña porque es adentrarse en el misterio humano. Podríamos decir que un corazón sin doblez también es una gran cosa porque no es fácil mantenerse fiel a los principios que conocemos ya que esto implica mucho esfuerzo. Cuando se conoce a alguien de una forma profunda q se sabe si son honestos o si la están pasando mal y somos los únicos que lo podemos notar. Dios Padre nos ha creado y dado todos los dones que tenemos; como nuestro Padre nos conoce y sabe lo que hacemos. ¿Quién se puede esconder de Dios? Nos puede asustar el pensamiento de que Dios nos vigila todo el tiempo, pero lo hace como un padre que está viendo como su pequeño disfruta de los juegos y está ahí para lo que necesite.

Como evento que está sobre este conocimiento íntimo que Dios tiene de nosotros, el Evangelio nos propone la segunda venida de Cristo que será gloriosa y llena de poder. Hoy, que celebramos a los santos arcángeles, nos imaginamos el ejército celestial que sigue a Jesucristo para librar la última batalla. Tenemos a Cristo como rey y todos sus súbditos celestiales en orden de batalla. Como los ángeles no son seres corpóreos su área de influjo es distinta. Ellos nos inspiran cosas buenas y, también, tienen que luchar una batalla contra las fuerzas del maligno para ganar el corazón humano para que sea tierra de Dios donde Él pueda reinar.

«Los tres arcángeles están delante de Dios, son nuestros compañeros porque tienen la misma vocación en el misterio de la salvación: llevar adelante el misterio de la salvación. Adoran a Dios, glorifican a Dios, sirven a Dios. Hoy recemos simplemente a los tres arcángeles, Miguel, Gabriel Rafael: Miguel, ayúdanos en la lucha; cada uno sabe qué lucha tiene en su propia vida hoy, cada uno de nosotros conoce la lucha principal, la que hace arriesgar la salvación. Ayúdanos, Gabriel, tráenos noticias, tráenos la buena nueva de la salvación, que Jesús está con nosotros, que Jesús nos ha salvado y danos esperanza. Rafael, tómanos de la mano y ayúdanos en el camino para no equivocarnos de rumbo, para no quedarnos parados: siempre caminar, pero ayudados por ti».
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de septiembre de 2017, en santa Marta).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar la oración de san Miguel arcángel, o la que nos sugiere el Papa Francisco.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |