Menu



26 de septiembre de 2020

No mi voz interior sino la voz de Jesús en mi corazón
Santo Evangelio según san Lucas 9, 43-45. Sábado XXV del Tiempo Ordinario


Por: Vicente Toledo, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor quiero tener un tiempo a solas contigo, muchas veces los ruidos del mundo me ocultan el sentido y poder de tus plabaras. Dame la gracia de poder escuchar tu voz y sentir en los latidos de mi corazón lo que tienes preparado para mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 43-45

En aquel tiempo, como todos comentaban, admirados, los prodigios que Jesús hacía, éste dijo a sus discípulos: “Presten mucha atención a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.

Pero ellos no entendieron estas palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las volvía incomprensibles. Y tenían miedo de preguntarle acerca de este asunto.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hablar de las cosas que nos cuestan no es nada agradable, preferimos muchas veces huir de esas conversaciones pues nos hacen sentir incomodos. Pero es ahí donde tenemos la mayor oportunidad para trabajar en aquellas areas de oportunidad o debilidades que como hombres tenemos. Por miedo, preferimos huir de momentos vergonzosos o dificiles, como los discipulos que no se atrevian a preguntar pues la respuesta podia no ser la que querian escuchar.

En la oración nos puede pasar eso, preferimos muchas palabras, no tener momentos de silencio interior, mejor hablar hablar y no dejamos que sea realmente Dios quien nos hable, pues nos gusta más sólo hablar de lo que nosotros queremos escuchar. Pero debemos abandonarnos cada vez más en el poder y las manos de Dios. Para Jesús no era facil hablar de su muerte, del sufrimiento que sabía estaba cerca, pero lo hace con la plena confianza y abandono en las manos de Dios.

Estamos llamados al amor, Dios es amor, entonces estamos llamados a vivir con Dios. No puedo ser alguien con Dios y otro toalmente diferente con los demás. Dios no necesita nuestras explicaciones, Él nos conoce más que nosotros mismo, sabe cuales son las intenciones profundas de nuestro corazón, no busquemos engañarlo. No hay camino más feliz que el de la voluntad de Dios, conocernos, aceptarnos y superarnos es nuestra misión de cada día.

Dios siempre nos sorprende, cuando nosotros le contamos algo, Él ya lo sabe, pero siempre tiene algo nuevo para nuestra vida. Y eso que nos tiene preparado, por dificil que parezca al inicio es nuestra plenitud, la felicidad verdadera. No tengamos miedo de escuchar a Dios, no pongamos limites a sus palabras, Él sabe mucho mejor que nosotros lo que necesitamos en cada momento. Él nos amo primero y dio la vida por cada uno de nosotros, no tengamos miedo de preguntar cuál es su plan en nuestra vida. Que cada momento de oración no sea un conjunto de palabra sin interrupción sino que sea un verdadero encuentro con Aquel que lo ha dado todo por nosotros. Que hable Él y no nuestra voz interior.

«La llegada del apóstol a Jerusalén, descrita en el capítulo 21 de los Hechos, desencadena un odio feroz hacia él, que le reprochan: "¡Pero éste era un perseguidor! ¡No os fieis!". Como lo fue para Jesús, Jerusalén también es una ciudad hostil para él. Cuando fue al templo, lo reconocieron, lo sacaron para lincharlo y fue salvado in extremis por los soldados romanos. Acusado de enseñar contra la Ley y el Templo, fue arrestado y comenzó su peregrinaje como prisionero, primero ante el sanedrín, luego ante el procurador romano en Cesarea y finalmente ante el rey Agripa. Lucas destaca la similitud entre Pablo y Jesús, ambos odiados por sus adversarios, acusados públicamente y reconocidos como inocentes por las autoridades imperiales; y así Pablo se asocia con la pasión de su Maestro, y su pasión se convierte en un evangelio vivo».
(Audiencia de S.S. Francisco, 11 de diciembre de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Aquí estoy Señor, recibeme con todo lo que tengo y lo que soy. Prometo que cada momento de oración voy a dejar los últimos minutos sin decir nada simplemente contemplando todo el amor que tienes por mí.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |