Menu



10 de agosto de 2020

Morir al mundo es vivir para Cristo
Santo Evangelio según san Juan 12, 24-26. Lunes XIX del Tiempo Ordinario


Por: Álvaro García, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, te quiero, te quiero mucho. Quédate en mi corazón y sigue llenándolo de tu alegría profunda y entusiasmo. Quiero tu paz, quiero tu amor. Quiero, en definitiva, tu Espíritu Santo. Dame luz para profundizar en tus palabras.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy es san Lorenzo y esta noche se podrá observar en el cielo la «lluvia de estrellas» que representa sus lágrimas de dolor mientras ofrecía su vida por Jesús. San Lorenzo fue un diácono nacido en Hispania en tiempo de los romanos. El emperador Valerio dictó una persecución, y el diácono Lorenzo se vio encarcelado y posteriormente abrasado sobre una parrilla.

¿Es cierto que todos los cristianos hemos de morir por Cristo? ¿Qué es eso de la semilla muerta que da fruto? Todos estamos llamados a dar la vida por Cristo, cada uno a la manera que Dios le pida. Unos, será como misioneros. Otros, será trabajando con ejemplaridad y caridad en su oficio diario. Otros… Pero todos siempre con una actitud de fondo: «yo ya no existo, yo estoy muerto para mí mismo». Cuando empezamos a pensar en nuestro bienestar propio, brota la infelicidad de la insatisfacción, incluso cuando nos entregamos al hermano, pero seguimos buscándonos a nosotros.

Si queremos ir detrás del Señor, Él nos pide sólo una cosa: tomemos nuestra cruz, no pensemos tanto en nosotros sino en hacer felices a los demás. Entonces Dios nos honrará como dice el Evangelio, y nos dará una felicidad profunda y mucha fecundidad espiritual. Así, como san Lorenzo dio su vida por el Señor de forma tan brutal sobre el fuego, nosotros la entregamos cada día en el fuego abrasador de la caridad, aun cuando nos saque algunas lágrimas. Morir al mundo es vivir para Cristo.

«Pero quien tiene a Cristo a su propio lado realmente ya no teme a nada. Y por eso los cristianos, los verdaderos cristianos, nunca son hombres fáciles y acomodados. Su mansedumbre no se confunde con un sentido de inseguridad y de sumisión. San Pablo espolea a Timoteo a sufrir por el Evangelio y dice así: “Dios nos ha dado un espíritu de timidez, pero de fuerza, de caridad y de prudencia”. Caídos, se levantan siempre. He aquí, hermanos y hermanas, por qué el cristiano es un misionero de esperanza. No por su mérito, sino gracias a Jesús, el grano de trigo que no cae en la tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto».
(Audiencia de S.S. Francisco, 4 de octubre de 2017).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Sufriré con paciencia las adversidades y defectos que mi prójimo me suponga en este día. Como Sta. Teresita decía, yo seré ese granito de arena que todos puedan pisotear e ignorar, sabiendo que Jesús es el único amor que me importa recibir.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.




Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |