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Éste es el discípulo que ha escrito estas cosas, y su testimonio es verdadero
Meditación al Evangelio 30 de mayo de 2020 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



Estamos en el último día de la Pascua. El libro de los Hechos de los Apóstoles se cierra después de narrarnos los caminos de la Palabra y lo hace presentándonos a Pablo “predicando el Reino de Dios y explicando la vida de Jesucristo con absoluta libertad y sin estorbo alguno”. También se cierra en este día el evangelio de San Juan con un pasaje escrito posteriormente a su muerte, pero también asegurando que “este discípulo es el que atestigua estas cosas… y su testimonio es verdadero”. ¿Se cierran pues la historia de Jesús y la historia de la Iglesia? Todo lo contrario, se abre a nuevos e insospechados horizontes con una presencia dinámica de Jesús y con la conducción del Espíritu.

Estos finales nos muestran cómo el Evangelio no está encadenado y que su fuerza y su noticia tienen que llegar a todas las gentes. Hoy nos disponemos en oración y en vigilia para recibir el Espíritu Santo que con sus dones venga a fortalecernos. Ya desde estos momentos se hace viva la espera y urgente el grito: “Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles…” Necesitamos de su fuerza para cumplir la misión, para fortalecer los corazones, para iluminar los caminos.

El “discípulo amado” ahora somos nosotros como comunidad. Los nuevos Pablos que recorren caminos y abren brecha en otros lugares, tendremos que ser también nosotros, pero sólo lo podremos hacer si estamos llenos del Espíritu Santo, si nos dejamos conducir por su fuerza, si somos dóciles a sus inspiraciones. Hoy, como lo hacía la primera comunidad, nos unimos en oración, junto con María, junto con toda la comunidad, y disponemos nuestro corazón, gritando con profunda confianza: “Ven, Espíritu Santo, derrama tus siete dones. Ven, a renovar la faz de la tierra”.








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