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Cómo responder al progresismo
Ser radical está de moda: Trump, Bolsonaro...


Por: Aarón Mariscal Zúñiga | Fuente: Catholic.net



El progresismo es una religión, y si bien no comenzó como una, se constituyó en una con el paso del tiempo hasta lograr ese estado tan predecible de las ideologías izquierdistas. El totalitarismo y revanchismo, elementos tan típicos de algunas corrientes de pensamiento de consecuencias desastrosas, ya están instaurados como funcionamiento esencial de la ontología progre.

Y por supuesto, toda esta diatriba es solo un intento de resumir la esencia de la mentalidad progresista en su máximo esplendor. No es netamente una crítica a las personas con esa ideología, sino a los rasgos axiológicos más evidentes de esta y a su manera de implantarse como tendencia política en el mundo contemporáneo.

La sociedad civil tiene el deber de responder a estas manifestaciones ideológicas para evitar la monopolización de las causas justas. Si no, solo va a lograr que tendencias peores se consoliden como respuesta victoriosa ante tanta corrección política de esta corriente de pensamiento.

Cabe destacar que, además de religión, el progresismo se comporta como una empresa que monopoliza la justicia social mediante la constante demagogia y el activismo recalcitrante. Es quizás necesario seguir esta lógica para combatirlo: si la voluntad popular no quiere que el  progresismo sea el único abanderado de las luchas sociales, que se ocupe del mismo oficio, que le haga competencia.

A un progre le irrita cuando alguien que no comulga con su ideología logra mucho más que él. Le molesta que los cristianos hagan obras de caridad por los pobres, los drogadictos y las madres solteras.



En fin, ¿cuál es la respuesta ante la ola progresista en América Latina? La actual tendencia política más efectiva en esto es la derecha cristiana protestante. Ser radical está de moda: Trump, Bolsonaro y Kast son los nuevos paradigmas de liderazgo derechista.

No obstante, si bien esta derecha pretende restaurar valores imprescindibles en la sociedad civil, como la defensa de los no nacidos, está menospreciando y omitiendo temas igualmente esenciales en los que los progres la tienen clara. Queda pendiente saber qué hacer desde la derecha ante la alta tasa de feminicidios, el racismo y el narcotráfico.

Mientras la derecha se siga concentrando en la riqueza económica y no en la espiritual y cultural, está destinada al fracaso. La derecha tiene que entender que la izquierda ha secuestrado las instituciones culturales de Occidente, y que es necesario recuperarlas para bien.

Las facultades de humanidades y ciencias sociales en la universidad pública son caldo de cultivo para el progresismo. Es necesario destruir esta religión en su propio terreno y con sus propios métodos: conferencias, charlas, monólogos, artículos y ensayos.

En parte, este activismo ya lo han estado ejerciendo diversos personajes en varias partes del mundo. Desde Agustín Laje y Nicolás Márquez en Sudamérica, hasta Roger Scruton y Paul Joseph Watson en Europa. Algunos más equivocados que otros, por supuesto, pero ya es un avance.



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Aarón Mariscal Zúñiga es Lic. en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma ‘Gabriel René Moreno’ (Santa Cruz, Bolivia). Fue analista de comunicación en la consultora Kreab, diseñador gráfico en el estudio Avand, periodista web en el diario El Deber, editor en Revista Zona7 y creador de contenidos en Comic Bolivia.







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