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12 de diciembre de 2019

Jesús enséñame a llevarte como te lleva María
Santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48. Jueves II de Adviento


Por: H. Iker Trillas Diaz, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Virgen de Guadalupe, gracias por estar tan cerca de mí. María, Madre mía, enséñame a abrir mi corazón a Jesús como tú.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Día de la Virgen de Guadalupe!

En los versículos anteriores María recibe a Dios en su seno y el ángel le anuncia que su prima está encinta (Lc, 1, 36). ¿Qué hace María? María se «encamina presurosa” a visitar a su prima. Qué acto tan humano. Visita a su prima olvidándose de sí misma. Es el primer viaje de evangelización de Jesús. Jesús se vale de la persona de María para evangelizar. Es la primera vez que Jesús, como hombre, sale al encuentro. ¿Cómo lo hace? Con la ayuda de otra persona, de otros pies humanos, de otros brazos humanos, de otro cuerpo humano. María nos pone el primer ejemplo de lo que a Jesús le gusta tanto hacer. ¡Y que lo quiere seguir haciendo conmigo hoy!

Qué ejemplo de María y Jesús. Nos quieren decir tanto en este pasaje tan sencillo. Es la primera vez que trabajan juntos, la primera vez que llevan al Padre juntos. La primera de tantas. María que lleva a Jesús en su seno, lo lleva escondido pero real. Lo lleva invisible para el ojo humano, pero con presencia real. Así hay que llevar a Jesús. Así quiere ser llevado Jesús hoy. Jesús quiere seguir viviendo entre nosotros. Pero no puede si no le decimos FIAT.

¿De qué manera lleva María a Jesús que se nota? Isabel lo nota. ¿De qué manera María habla que Isabel lo nota? Noto en otras personas que tienen algo especial, que llevan a Jesús. Así lo notó Isabel en María. María quería que aumentara Jesús y ella disminuyera. Que notaran a Jesús en ella. Dos personas que no se han podido ver con los ojos del cuerpo pero que ya se conocen, ya saben que le gusta al otro. Ya saben a dónde quieren ir. Se han visto antes con los ojos del alma, con los ojos de la fe.

«San Juan Diego, indígena pobre y excluido, fue precisamente el instrumento pequeño y humilde, que escogió Santa María de Guadalupe para una gran misión que daría origen al rostro pluriforme de la gran nación latinoamericana. Nos encomendamos a su intercesión para que cuando las fuerzas nos falten en la lucha por nuestro pueblo, recordemos que es precisamente en la debilidad que la fuerza de Dios puede hacer su mejor trabajo. Y que la Morenita del Tepeyac nunca se olvide de nuestra amada “Patria Grande”, eso es América Latina, una Patria Grande en gestación, que nunca se olvide de nuestras familias y de los que más sufren».
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de marzo de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Invitar a Jesús a vivir junto conmigo durante el día: «Jesús ven a vivir este día Tú en mí, y yo junto contigo».

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:





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