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Comentario a la Liturgia del Domingo XXXIII TO C
La liturgia de la palabra del día de hoy nos prepara para la solemnidad que estamos a punto de celebrar


Por: Tais Gea | Fuente: Catholic.net



Nos preparamos para el final del año litúrgico. La solemnidad de Cristo Rey cierra con triunfo el año que hemos vivido. Dios instaura su reino y ese reino se presenta en la persona de Jesús. Este domingo es el último domingo ordinario antes de la gran fiesta. La liturgia de la palabra del día de hoy nos prepara para la solemnidad que estamos a punto de celebrar.

La primera lectura del profeta Malaquías, último libro que se encuentra en el AT antes de la venida de Cristo, nos habla del día del Señor. Este día, para el pueblo de Israel es el día del juicio final. Ya varios profetas habían hablado de él y los elementos que se presentan son comunes. Ese día del juicio suele presentarse acompañado del fuego. El fuego es una imagen que se utiliza para hablar de la Gloria de Dios. La Gloria de Dios es una presencia manifiesta y salvadora de Dios.

A veces nosotros pensamos que el día del juicio es un día de condena. Claramente que ese es uno de los elementos. Dios vendrá a juzgar. Pero ¿a quién? El juicio caerá sobre los soberbios y los malvados considerados por el profeta como paja. Esta misma imagen de la paja es utilizada por el salmista al inicio del libro de los salmos para hablar de los impíos. El primer salmo nos dice que los malvados son como la paja que se los lleva el viento. Esto quiere decir que el juicio caerá sobre los que no han vivido según el temor del Señor. Vivir así los ha hecho frágiles e inconsistentes como una paja que se la puede llevar el viento.

Es sobre ellos, sobre los malvados y sobre el enemigo, sobre los que recae el juicio. Pero el día del Señor no es solo día de juicio es sobre todo día de salvación. Hemos dicho que la imagen del fuego es imagen de la presencia manifiesta y salvífica de Dios. Es decir, en el Día del Señor Dios viene a salvar. Y así como nos preguntamos ¿a quién juzga? Podemos preguntarnos ¿a quién salva? Dios salvará a los que temen al Señor nos dice el profeta.

En la sabiduría del AT los que temen a Dios son los que son sabios. El principio de la sabiduría es este temor al Señor que no es tenerle miedo sino que brindarle el respeto debido. Y este respeto se refleja en una vida digna. Una vida vivida según la sabiduría, según la ley, según la Torah.



Esto nos vuelve a conectar con el salmo 1 antes mencionado. En este salmo se presentan a los impíos, pecadores y cínicos que tienen como destino ser como paja que se los lleva el viento y concluye que el camino de los impíos acaba mal. Pero en contraparte nos presenta a los justos que siguen la ley del Señor y meditan en ella día y noche. A ellos los considera, en contraste con la paja que se los lleva el viento, como un árbol que da fruto e indica que su camino será protegido por el Señor.

Esto nos hace ver que el juicio no es tanto un Dios que viene a decidir el destino del malvado y del justo sino que su propia vida ya es su juicio. La manera en que viven los impíos trae en su propia vida el castigo de su comportamiento. En cambio el justo, el sabio, el que teme al Señor, el fruto de su vida será su juicio, es decir, su salvación. Así se entiende la imagen que frecuentemente se utiliza para hablar del juicio como una cosecha. Dios vendrá a cosechar lo que cada hombre sembró. No es Dios quien da al hombre su merecido: bueno o malo sino que más bien viene a recoger lo que en la vida ese hombre sembró.

    Hagamos una oración para pedirle a Dios que nos haga caminar por el camino recto que lleva a la vida. Que con su gracia podamos ser conducidos por la senda de la sabiduría, del temor del Señor y de la ley; la Torah. Así nuestra vida tendrá consistencia. No será arrebatada por el viento como una paja sino que seremos un árbol frondoso de donde Dios sacará deliciosos frutos.

    «Dios de bondad y Padre de misericordia en el día del juicio danos tu salvación. Hemos intentado caminar por la senda del bien. Te pedimos veas nuestro corazón sincero que ha buscado servirte, seguir tu ley, respetarte y así alcanzar la sabiduría. Danos el espíritu de la sabiduría para que nuestra vida sea fruto de una viva vivida según tu voluntad. Amén.»









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