Menu



13 de julio de 2019

Cristo se hace presente mediante nosotros
Santo Evangelio según san Mateo 10, 24-33. Sábado XIV del Tiempo Ordinario


Por: H. José Alberto Rincón Cárdenas, LC | Fuente: www.somosrc.mx



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que esté dispuesto a dar testimonio de mi fe, especialmente en los momentos difíciles.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 24-33

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “El discípulo no es más que el maestro, ni el criado más que su señor. Si al señor de la casa lo han llamado Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores!

No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les diga al oído, pregónenlo desde las azoteas.

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.

¿No es verdad que se venden dos pajaritos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no le permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.

A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos”.

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Un discípulo no es más que su maestro. ¡Menos mal que Jesús es consciente de que sería imposible para nosotros pretender superarlo! Nos basta, pues, ser como Él. Y eso ya es reto suficiente. ¿Quién nos dirá cómo serían nuestros días si tan sólo nos comportáramos verdaderamente a semejanza del Maestro? Pero ¿por qué esperar a que alguien nos lo diga? ¡Podemos nosotros vivirlo de primera mano!

¿Cómo? La clave está en la respuesta que damos ante los retos de nuestra vida. ¿Cómo reaccionamos habitualmente ante la dificultad? ¿Nos desanimamos? ¿Nos quejamos? ¿Nos enojamos? ¿O bien aprovechamos la ocasión para dar mayor gloria a Dios, agradeciendo que no nos deja solos y celebrando nuestra fe delante de los hombres? «Lo que os digo de noche decidlo en pleno día…’

Ser cristianos, ser de Cristo, conlleva caminar en la Verdad. Pero hay, además, una forma especial de servir a la verdad, como dice san Pablo: «Antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo» (Ef 4,15). «Siendo sinceros en el amor», es decir, siendo veraces en el amor, fieles al amor. ¿Y quién es el Amor, si no Cristo mismo? También el Papa Emérito Benedicto XVI nos habló de ello cuando dijo que, además de ser veraces en el amor, hay que ser caritativos en la verdad. Las dos cosas van unidas: vivo mi fe como un acto de amor, y la transmito con amor a los demás, a pesar de que pueda resultar difícil.

Horas oscuras vendrán. Debemos siempre oír de nuevo: «No tengáis miedo». Cuando Jesús habla de los gorriones y de los cabellos de nuestra cabeza, lo hace para decirnos con sencillez que nada escapa al conocimiento de Dios, que es ante todo nuestro Padre, y quien jamás ha de desentenderse de sus hijos. Aquel que verdaderamente confía en Dios, no teme; podrá quejarse, enojarse, o desanimarse… pero jamás perderá la esperanza y jamás dejará de anunciar la verdad.

«Estando frente a Jesús, cara a cara, anímense, no tengan miedo de abrirle el corazón, para que Él renueve el fuego de su amor, que los impulse a abrazar la vida con toda su fragilidad, con toda su pequeñez, pero también con toda su grandeza y su hermosura. Que Jesús los ayude a descubrir la belleza de estar vivos y despiertos. Vivos y despiertos. No tengan miedo de decirle a Jesús que ustedes también quieren tomar parte en su historia de amor en el mundo, ¡que están para más!»
(Discurso de S.S. Francisco, 26 de enero de 2019).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Aprovecharé un tiempo del día para compartir con una persona cercana alguna gracia que Dios me haya querido conceder.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.







Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |