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"Ustedes oren así"
Meditación al Evangelio 12 de marzo de 2019 (audio)


Por: Mons. Enrique Díaz | Fuente: Catholic.net



En días pasados una mamá me comentaba con tristeza que había perdido toda comunicación con su hijo. Se sentaban a la mesa y todo era un pesado silencio. Respuestas en monosílabos, explicaciones cortas y evasivas, toda relación se había perdido. “¿No sentirá que me duele en el corazón su silencio? ¿No sabrá cuánto lo amo?”. 

Cristo nos habla de Dios no como el ser lejano que merece toda nuestra honra pero que no parecería familiar. Cristo habla de Dios como el papá o la mamá que se acerca a sus hijos, que le gusta escucharlos, que le podemos contar todas nuestras pequeñeces (aunque a nosotros nos parezcan los más grandes problemas). Y en estos días de cuaresma la invitación es a hacer oración. No tanto a hacer oraciones. Se llena la cuaresma de prácticas piadosas, pero evitamos hablar de lo que tenemos en el corazón.

Y Jesús pone el dedo en la llaga y nos ofrece el Padre Nuestro como modelo de oración. No se puede recitar de una forma individualista como si Dios sólo fuera padre mío o me lo apropiara para mis intereses; se recita en comunidad para sentir que es Padre “nuestro”, de todos y todas, de los presentes y ausentes, de los lejanos y cercanos.

El egocentrismo ha entrado también en nuestra oración y pido a Dios conforme a mis caprichos individualistas y a veces hasta me enojo porque no me concede mis peticiones, sin descubrir que es sólo mi interés.

Hoy la oración del Padre Nuestro nos propone un camino que está lejos de evadir los compromisos con la comunidad, y que al contrario nos hace solidarios con todos los hombres. Rompe la ambición egoísta de “mi pan”, para  ponernos en búsqueda  del pan de todos. Va más allá de mi justificación individualista y mis excusas  y ambiciones personales, para invitarme a la reconciliación y al perdón en comunidad.

En silencio, lentamente, más con el corazón que con los labios, unidos a Jesús, recitemos hoy, una y otra vez el “Padre Nuestro”, y dejemos que el Señor cumpla en nosotros su voluntad.



Reflexión de Mons. Enrique Díaz en audio:




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