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Mandamientos de la Ley de Dios

X. No codiciarás ... nada que sea de tu prójimo
¿Qué nos dice el Décimo Mandamiento?


Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net



El décimo mandamiento prohibe la avaricia y el deseo inmoderado de apropiación de los bienes terrenos y del poder.

El Evangelio nos enseña cuál debe de ser la actitud del hombre ante las riquezas y los bienes de este mundo. Recordemos que dónde tenemos puesto el corazón, ahí encontraremos nuestro tesoro. Si el precepto más importante es amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo com a ti mismo, entonces el tesoro del hombre debe ser llegar a poseer a Dios, por tanto, nuestro corazón debe estar puesto en dios y en el servicio a los demás.

No olvidemos que las riquezas, los bienes de este mundo son únicamente una ayuda para que cada quien pueda llevar a cabo su misión.

Cuando el corazón se desvía y en lugar de tender a Dios y buscar el bien de los demás comienza a desear sólo poseer riquezas, se rompe la recta jerarquía de valores y los criterios ya no son los del Evangelio.

Se desean los bienes del otro, aparece la envidia, la sospecha. Se sufre cuando el otro goza de sus bienes, cuando, en realidad, se debería sentir alegría.

La envidia no es otra cosa que la tristeza que se siente ante el bien del otro que conlleva un deseo desordenado por apropiárselo, es un pecado capital. Este mandamiento exige destarrar de nuestro corazón cualquier rastro de envidia.

A medida que este sentimiento va creciendo, va tomando posesión de la persona, lo que trae como consecuencia, comportamientos más graves, llegando a cometer grandes injusticias sólo para tener más.

Vivimos en una época donde el tener se ha convertido en una obsesión, el ser, parecería que no tiene gran importancia. siendo que debería de ser todo lo contrario.

La obsesión por los bienes materiales nos impide el acercarnos a Dios, el alma se olvida de lo único necesario, Dios. Los bienes se convierten en fines y no medios, perdiendo su justa dimensión.

¿Cómo vivir el Décimo Mandamiento?

El Décimo Mandamiento se cumple viviendo la virtud de la liberalidad, y se transgrede con los pecados de avaricia y prodigalidad.


La liberalidad es la virtud que regula el amor a las cosas materiales y hace que se empleen según el deseo de Dios.
Al moderar el amor a las cosas materiales, se actúa en contra de la avaricia.

Al emplear las cosas según el deseo de Dios, se actúa contra la prodigalidad.

La avaricia es el deseo desordenado de las cosas materiales. Es un pecado “capital”.

La avaricia puede adoptar la forma de tacañería, es decir, escatimar los gastos razonables.

También puede adoptar la actitud de codicia, que trata de acumular más y más riquezas.

La prodigalidad es el vicio que lleva a gastar el dinero de manera inconsiderada y desmesuradamente.

El alcance doctrinal del Séptimo y Décimo Mandamientos se completa con la dimensión social de los bienes creados.

Conoce la Doctrina Social de la Iglesia:
El cristiano en la sociedad

Para profundizar:
Catecismo de la Iglesia Católica nn. 2534-2557

Para Salvarte 10° mandamiento Pág 818, num. 72.



 







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