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Haz que Jesús sea el centro esta Navidad, así te ahorras la "cara de regalo"
¿Cómo se supone que vamos a poner cara de desdicha por el regalo que nos hicieron con tanto cariño?


Por: Nory Camargo | Fuente: Catholic-link.com



En esta época la preocupación de muchos se centra en las compras navideñas, en hallar la talla correcta, en escoger el color indicado, en madrugarle al descuento, en ser los mejores vestidos la noche del 24. Para eso trabajo, para tener la casa más grande y adornada en navidad, para darles a mis hijos lo mejor, ¡qué tal ponernos con esas bobadas de ahorrar y pensar en los demás en época de navidad!

No voy a mentir, es difícil no dejamos llevar por tantas cosas novedosas que salen: el árbol de 3 metros, los papa Noel que bailan… ¡cualquier cantidad de cosas para atiborrar la casa de objetos que en enero no caben en ninguna parte! ¿Qué me dicen de las rabietas que tienen las personas en esta época cuando se van de compras? Yo he sido testigo de peleas interminables en centros comerciales, de personas con cara de puño haciendo una larga fila, de niños que lloran y lloran desconsolados porque su madre no termina de hacer las compras, de un tráfico insoportable por todas las calles y así puedo seguir con una lista infinita de lo que sucede los días previos a la tan anhelada noche de Navidad.

¡Llega la noche del 24 por fin! ¡qué emoción! Al árbol ya ni se le ve la estrella de tantos regalos, los niños curiosean las tarjetas que dicen “de: pepito, para: pepita”, los adultos ponen música para reventar la casa. Esa noche todos huelen bien, se echan flores los unos a los otros, alardean de lo hermosa que tienen la casa y ¡ni hablar de la cena! la comida que hay sobre la mesa alcanza para 100 personas cuando en realidad solo hay 25, pero, ¡es diciembre, tenemos derecho a despilfarrar!

El reloj marca las 12, todos gritan y festejan, se abrazan, se besan, hay sollozos, pólvora, salen a volar los corchos de las botellas. Todos se apuran a abrir los regalos. No sé qué costumbres tengan ustedes en su país y en su hogar, en el mío delegan a alguien para abrir los regalos, entonces mi abuela se sienta, coge un regalo y dice: “del niño Dios para pepito” y todos hacen bulla y le piden que lo destape y lo muestre. Empieza la parte divertida, todos fijan sus ojos en el rostro de la persona que acaba de recibir el presente, algunas caras denotan alegría pura, otras como en el video son una máscara, por un lado sonríe y por el otro llora. ¿Cómo se supone que vamos a poner cara de desdicha por el regalo que nos hizo el tío con tanto cariño? Es horrible, simplemente detestamos el regalo, pero ¡vamos! Está prohibido ser sincero en ese instante, proseguimos con la actuación, ponemos la mejor cara de que tenemos y damos las gracias.



El pesebre esta allí, con el Niño Dios, María y José, pero a nadie le importa, nadie voltea a ver el pesebre, nadie ora, nadie levanta su mirada al cielo y agradece al Padre por tanto. Pensemos por un momento ¿Qué le regalaremos esta navidad a Jesús? ¿Qué le daremos al que dio la vida por nosotros? Reflexionemos un poco, andamos atareados por estos días pensando que le vamos a regalar a nuestros familiares o amigos, pero no pensamos en ofrecerle a Dios todo aquello que llevamos en el corazón.

Muchas veces decimos: “sí es cierto, ¡que lástima!” pero nos quedamos de brazos cruzados, entonces te propongo las siguientes opciones para que la noche del 24 no te olvides de Dios:

1. Minutos antes de que el reloj marque las 12, proponle a tu familia hacer un rato de oración. Si te tildan de ridículo, no hagas caso, anda tu solo a una habitación o a un lugar apartado y ofrécele tu oración a Dios.

2. Reza el Santo Rosario ese día, ojala con toda tu familia, si nadie te quiere acompañar hazlo tú solo y si te parece muy largo, no reces las 10 Ave marías, haz solo 5 por cada misterio, pero ofrécelo con amor.

3. Ponte de rodillas ante el pesebre y agradécele a Dios todo lo que te ha dado, no pidas nada, solo agradece. Parece sencillo pero sin darnos cuenta siempre resultamos pidiéndole algo a Dios.



4. Abraza con el corazón, con el alma, no con la carne. Abraza a tu mamá, a tu papá, a tu abuelo, a tus hijos, al que sea, pero hazlo pensando que eres afortunado al tener vivo a ese ser querido.

5. Regala misericordia, amor, cariño, tiempo, sonrisas, regala perdón y comparte con nosotros que otra cosa consideras que podemos hacer esa noche para vivir el verdadero significado del nacimiento de Jesús en nuestros corazones.

Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: Ir al artículo en Catholic-link.com

 







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