Los fieles corrientes preguntan a la Jerarquía
Por: Javier Ordovàs | Fuente: Catholic.Net
A todos nos ha alegrado mucho la petición que nos ha hecho el Papa Francisco de que recemos una oración a Santa María y otra a San Miguel Arcángel para que ayuden a la Iglesia en estos tiempos difíciles. Los fieles corrientes, los de misa dominical, tenemos claro que esa es la primera y poderosa arma que tenemos, la que siempre nos ha sacado de los apuros.
Los fieles que, por muy diversas razones, no participamos de la vida y actividades de la Diócesis y sólo un poco en la Parroquia, nunca nos hemos preocupado en la forma de gobierno de la Iglesia y de cada una de sus diócesis, simplemente, hemos tenido motivos suficientes para confiar. Hay fieles laicos más activos dentro de la estructura eclesial que actualmente están trabajando muy estrechamente con las Diócesis, sobre todo en las que han tenido problemas de escándalos de algunos clérigos y los muchos que colaboran en otras áreas como en la administración.
Pero los fieles corrientes estamos desconcertados y no recibimos muchas explicaciones, sino las que se leen en los medios de comunicación que, por desgracia, son poco fiables.
Sabemos que hay más de 5.000 Obispos en todo el mundo y más de 400.000 Sacerdotes, lo que supone unos 2.900 feligreses por cada Sacerdote y unos 230.000 por cada Obispo. Son meras cifras orientativas, medias aritméticas, que no reflejan las grandes diferencias de cada Diócesis, ni de cada Parroquia. En cualquier caso, no hay empresa humana de esas características. Los miembros de esta ¨Maravillosa Institución¨ somos cerca de un 20% de la población mundial.
Para el Espíritu Santo, que gobierna la Iglesia, esas cifras no son problema pero a nuestra mente normal, le causa asombro pensar en lo difícil que debe ser gobernar una organización de esas dimensiones y con total dispersión en todos los países del mundo. Y nos produce admiración ver la fortaleza y unidad de la Iglesia insertada en culturas tan diferentes de cada rincón del planeta.
Ya vemos que ha habido un desgobierno, algo ha fallado en el apoyo y seguimiento de esos Sacerdotes y Obispos implicados en los escándalos. Lógicamente, la responsabilidad en los fallos es mayor cuanto mayor es la responsabilidad del cargo. Cuando un problema de esa envergadura se ha mantenido oculto (porque se conocía) durante tanto tiempo, es clara ausencia de buen gobierno. Seguro que se han aplicado medidas pero, totalmente insuficientes, inadecuadas y retrasadas. Esa experiencia de desgobierno debe corregirse igualmente, si existe, en la administración del patrimonio y gestión de los bienes de la Iglesia Universal y local.
Entonces nos preguntamos: ¿quién pastorea a los Pastores?
Los Obispos, antes que ninguna otra de sus importantes responsabilidades, pastorean a los Sacerdotes (sale una media de 80 Sacerdotes para cada Obispo). Y ¿quién pastorea a los Obispos?
¿Cómo se resuelve que todos los Sacerdotes y Obispos tengan una vida digna, una residencia adecuada, un hogar, que nunca estén solos, que tengan una constante atención y dirección espiritual? Los Sacerdotes y Obispos que han cometido esos graves errores, seguramente no tenían buena atención, eran eslabones sueltos de la cadena. Un error lo puede tener cualquiera pero, un delito continuado durante años requiere falta de acompañamiento o encubrimiento y complicidad.
Ninguna persona puede estar y luchar sola, ningún Sacerdote ni Obispo puede estar solo. ¿Cómo resuelve la Iglesia y cada Diócesis esa necesidad de acompañamiento y dirección? Una persona puede tener el día lleno de reuniones y estar sola. La Diócesis tiene que desempeñar el papel de familia, acompañamiento y dirección de cada Sacerdote y Obispo. No puede haber un Obispo tan ocupado de reuniones y compromisos que no tenga un consejero espiritual constante y un entorno familiar y acogedor. No puede haber un Sacerdote atendiendo pueblos alejados que no tenga un hogar y atención diaria y semanal de la Diócesis. ¿Y los Cardenales y los Nuncios, se gobiernan solos?
Los católicos de a pie vemos que no es sencillo el problema de ¨recursos humanos¨ de la Iglesia pero, es donde debe dedicar lo principal de sus energías. Ninguna empresa sería tan permisiva y, con mayor razón, cuando se trata del pastoreo de las almas dirigentes. Un Sacerdote y un Obispo no requieren un poco de atención, sino mucha atención y muchos cuidados. Los mejores esfuerzos de la Iglesia deben priorizarse hacia el cuidado de sus pastores.
Las medidas y decisiones que tiene que tomar el gobierno de la Iglesia son fuertes y requieren mucha fortaleza junto a la delicadeza. No se trata solo de eliminar la enfermedad, poniendo en cuarentena a los enfermos, sino de tomar las medidas de gobierno para que no vuelvan a repetirse.
Como nos ha pedido el Papa Francisco rezaremos a Santa María y a San Miguel Arcángel para que así sea pero, que el Papa sepa que cuenta con todo nuestro apoyo para tomar esas medidas tan duras que despejen el presente y prevean el futuro. Y seguimos dando nuestro apoyo al celibato y castidad sacerdotal como un regalo de Dios para su Iglesia.