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El alzacuellos no es sobre mí.
Este sacerdote decidió no usar su cuello clerical… y esto fue lo que sucedió


Por: Redacción | Fuente: Church Pop



El Padre Jonathan Slavinskas, sacerdote de la diócesis de Worcester, Massachusetts (Estados Unidos), compartió un mensaje en Facebook que se volvió viral en las redes sociales.

En medio de los escándalos por abusos sexuales en Pensilvania, el Padre Slavinskas sentía una gran frustración y un día no quiso usar el alzacuellos o cuello clerical (collarín blanco de los sacerdotes) y esto fue lo que pasó:

Cada mañana, cuando me pongo mi cuello clerical, rezo pidiendo una mayor conciencia de la gran responsabilidad y magnitud de lo que este representa. Soy consciente de mi pecado y mi indignidad para tocarlo. Cualquiera de mis amigos o familiares puede hacerte saber mis fracasos, los han visto de primera mano. Sé lo que es decir las palabras: “Padre, perdóneme porque he pecado,” o rezar un perfecto acto de contrición antes de celebrar misa.

Yo era estudiante de secundaria y universidad cuando los escándalos de los sacerdotes estallaron por primera vez en el noreste. Sabía del escrutinio constante y la sombra que caería sobre mí si decidía convertirme en sacerdote. Conocía los ojos de sospecha que seguirían al título de “Padre”. Pero avancé en este ministerio y luego en muchas parroquias, decidiendo mi vocación.

Esta semana he estado caminando con dolor en el corazón. He estado completamente enojado y frustrado como resultado de los informes de abuso de Pensilvania y el caso McCarrick. Mi oración continua ha sido por las víctimas. A medida que seguía cada noticia, mi corazón se desgarraba más. Ahora que el alzacuellos representa algo totalmente opuesto a lo que debería. Mientras caminaba, me preguntaba cuántas personas que miran mi alzacuellos se preguntarán: “¿Este también es?”



¿Qué representará el alzacuellos ahora?

Estos últimos días, cuando iba de la rectoría a la iglesia, de los pasillos de los hogares de ancianos y hospitales, y repartía útiles escolares a numerosos jóvenes del vecindario, tuve este único pensamiento: “Quítate el alzacuellos”.

Esta mañana, no quería ponerme el alzacuellos. Estaba avergonzado. Estaba cansado. Estaba enojado. No quería que me pintaran con un pincel manchado. Pero lo hice. Luego, cuando visité a parroquianos enfermos en el hospital, pasé junto a una mujer que estaba afuera de una habitación. Mientras continuaba hacia el ascensor, ella se acercó por detrás y me preguntó si era un sacerdote católico. Estaba listo para recibir el golpe… pero cuando me volví y dije “sí”, me preguntó, con lágrimas en los ojos, si podría dar la unción a su hermano que se estaba muriendo de cáncer.

No importa lo que haya pensado sobre el alzacuellos en los últimos días, ella lo vio como un signo de esperanza y de la presencia de Cristo. Si decidía no usarlo, su hermano no habría recibido el sacramento que necesitaba y toda su familia podría no haber experimentado el consuelo.

El alzacuellos no es sobre mí. Es sobre de Jesucristo. Se trata de que recordemos que no estamos viajando solos en este mundo. Una vez más, ciertamente no soy digno de usarlo, pero me doy cuenta de que estoy llamado a usarlo, no por mí, sino por el bien de los demás. Cuando me lo pongo, ahora debo recordar pedirle ayuda a Dios para que me convierta en un santo sacerdote de Dios, un puente y no un obstáculo.



Pasando el horror

Me disculpo por cualquier dolor que haya causado mientras he usado el alzacuellos, las veces que ignoré mi deber de ser un sacerdote bueno, santo y lleno de fe. Pido oraciones de perdón y fortaleza.

Pido disculpas a quienes han sido profundamente heridos de la manera más horrible por miembros de la Iglesia. La Iglesia fue llamada a estar allí para proteger, y los hombres a cargo a veces han fallado.

No sé lo que traerá mañana, pero sé que tengo que ponerme ese alzacuellos. El ministerio continúa, aunque podría ser más difícil, porque todavía hay almas que Cristo está tratando de traer a su presencia y paz. Sepan que están en mis oraciones continuamente y en su bondad, por favor, hagan una oración por mí.

No olvidemos el dolor que estos escándalos también causa en los sacerdotes que se esfuerzan por vivir su vocación.
 







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