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Deseos de cielo
Santo Evangelio según San Lucas 1, 39-56. Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María.


Por: H. Adrián Olvera, L.C. | Fuente: missionkits.org



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

María, en este día de tu asunción, te pido incrementes en mí el deseo de cielo, el deseo de Dios.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)



Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".

Entonces dijo María: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.



Él hace sentir el poder de su brazo: dispersa a los de corazón altanero, destrona a los potentados y exalta a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide sin nada.

Acordándose de su misericordia, viene en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre".

María permaneció con Isabel unos tres meses, y se regresó a su casa.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La imagen de la montaña rusa es –casi siempre– usada para mostrar el dinamismo de la vida. Sabemos que a veces se está abajo, a veces arriba... a veces parece lenta, otras veces rápida. En fin, siempre es un estar aquí o allá y lo que buscamos es una permanencia, un descanso.

Ese deseo de permanencia y de descanso se podría traducir como un deseo de cielo.

María, en la asunción, nos recuerda que este deseo tiene su cumplimiento. Este deseo de permanencia, de descanso en Dios, es verdadero.

Quién como ella experimentó el ajetreo de la vida, el subir y el bajar..., el estar allí o acá. Sin embargo, María, siempre perseveró en la fe...Perseveró, pues sabía que las promesas de Dios se cumplirían. He ahí su gozo, he allí su alegría: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios.

Al final, María nos regala una bienaventuranza: dichosos aquellos que creen pues se cumplirá cuanto fue anunciado por el Señor.

Si nos dejamos contagiar por el ejemplo de María, viviremos de manera concreta la caridad que nos urge a amar a Dios más allá de todo y de nosotros mismos, a amar a las personas con quienes compartimos la vida diaria. Y también podremos amar a quien nos resulta poco simpático. Es un amor que se convierte en servicio y dedicación, especialmente hacia los más débiles y pobres, que transforma nuestros rostros y nos llena de alegría.
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de marzo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Vivir este día con la alegría de alguien que sabe que hay un cielo que le espera.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

 







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