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Homilia del 19 de Junio 2018

Amen a sus enemigos
Jesús asume el dolor de los inocentes y pequeños


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato | Fuente: Catholic.net



San Romualdo, Abad.

I Reyes 21, 17-29: “Haz hecho pecar a Israel”

Salmo 50: “Misericordia, Señor, hemos pecado”

San Mateo 5, 43-48: “Amen a sus enemigos”

 



Al continuar las lecturas que el día de ayer ya nos dejaban inquietos, hoy comienzan a aparecer los posibles caminos de salida a situaciones tan injustas. Hablando con categorías humanas y presentando a Dios al estilo humano, el libro de los Reyes nos da a conocer una gran verdad: ninguna injusticia puede quedar impune ante el Señor. O dicho de manera positiva: el Señor siempre está al lado de los pequeños y de los débiles.

El profeta Elías recibe el mandato del Señor y el crimen que parecía había quedado en el olvido, es puesto en evidencia y castigado. Convendría que tomáramos muy en cuenta esta dinámica porque muchas veces queremos hacernos justicia con nuestras propias manos generando una cadena de venganzas cada vez más atroz. O bien caemos en la desesperación y nos sentimos abandonados por Dios. Dios nunca se olvida de sus fieles, eso tengámoslo muy presente en nuestro corazón. Jesús asume el dolor de los inocentes y pequeños. Ésta es la gran verdad que nos debería sostener. Muchas veces nos preguntamos dónde estaba Dios cuando los pequeños e indefensos eran sacrificados, y hoy podemos afirmar con certeza que Cristo estaba y está sufriendo con ellos y esto  da una nueva dimensión a todas las víctimas del dolor.

El Evangelio de San Mateo nos lleva mucho más lejos al afirmar que no basta con amar a los amigos, a los que nos aman bien; es necesario amar también a los enemigos, es la única forma de romper esa cadena de injusticias. Quien ha sufrido una ofensa se siente con derecho a tomar venganza por su cuenta pero además en su corazón se queda una herida que es difícil sanar. Esa herida sólo se sana otorgando el perdón. Es triste comprobar que muchas personas llevan estas heridas que les sangran y lastiman toda su vida, a veces ocasionadas por las mismas personas que aman, a veces con odios hacia personas ya desaparecidas.

Que hoy las palabras de Jesús sanen nuestro corazón, nos ayuden a confiar en la misericordia de nuestro Dios, y  a buscar un mundo de verdadera justicia y verdadero perdón.









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