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El Señor es compasivo y misericordioso
¿Podremos entusiasmarnos con los ideales de Jesús?


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



Isaías 49, 8-15: “Te he constituido alianza del pueblo, para restaurar el país”
Salmo 144: “El Señor es compasivo y misericordioso”
San Juan 5, 17-30: “Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así el Hijo del hombre da la vida a quien él quiere dársela”

 

Hay personas que acaban por desconcertarme. Platicaba con un joven y, añorando yo los tiempos idos, le preguntaba cuáles eran sus ideales y qué se proponía en la vida. Esperaba yo una respuesta entusiasta y miles de planes, ilusiones, propósitos y tareas monumentales casi imposibles de realizar. Sin embargo grande fue mi sorpresa, y hasta desilusión, al escuchar sus respuestas evasivas, sin compromiso, con muchas condiciones y con evidente indiferencia.

No le entusiasma nada, no está dispuesto a luchar en serio por nada, se conforma con "irla pasando" "hay más o menos", "para qué preocuparse tanto", "ya irá saliendo algo más adelante".  Ante tanta displicencia y tibieza de aquel joven me quedé preocupado.

Sé que hay muchos jóvenes que tendrán grandes ideales y que lucharán por conseguirlos, pero me preocupa mucho que haya jóvenes sin entusiasmo y sin ganas de luchar y cambiar la historia.



Al escuchar este evangelio, me parece contemplar a un Jesús joven, idealista, entusiasta y lleno de energía que a pesar de todos los obstáculos que va encontrando, sigue muy firme en su misión y por eso afirma que "Mi Padre siempre trabaja y yo también trabajo". Su misión es hacer realidad hoy y aquí la voluntad de su Padre. Bella misión si pensamos que esto dará vida a todos los hombres, los alentará y levantará de su abatimiento y liberará de todas las cadenas. Crear, salvar, redimir, liberar, dar vida en la misma forma que lo hace el Padre es su misión.

La misión de cada uno de nosotros será la misma de Jesús y la misma de su Padre. Que hoy cada uno de nosotros, sus discípulos, nos llenemos de ilusión y de entusiasmo porque tenemos una tarea bella. Claro que creer en otro mundo como lo quiere Jesús, implica el riesgo de la cruz pero tendremos la certeza de que Él camina con nosotros, que nos acompaña, que, a través de nuestras pequeñas e insignificantes acciones, va realizando su Reino en medio de nosotros ¿Podremos entusiasmarnos con sus ideales?







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