Trastornos alimenticios en los adolescentes.
Por: Victoria Mijares | Fuente: Catholic.net
La alimentación es clave durante la adolescencia. Se trata del período de mayores necesidades nutricionales, para hacer frente a los cambios, los requerimientos nutricionales son muy elevados. Las necesidades nutricionales de los adolescentes vienen marcadas por los procesos de maduración sexual y desarrollo físico, característicos de esta etapa de la vida. Hay que tener en cuenta que en esta etapa el niño gana aproximadamente el 20% de la talla que va a tener como adulto y el 50% del peso. Estos incrementos se corresponden con aumento de masa muscular, y masa ósea. Toda esta situación se ve directamente afectada por la alimentación que debe estar dirigida y diseñada para cubrir las necesidades que origina el mencionado desarrollo, y así evitar situaciones carenciales que puedan ocasionar alteraciones y trastornos de la salud.
A partir del siglo XX el cuerpo de la mujer empieza a descubrirse y ser utilizado cada vez más como modelo estético. En los 60´s da inicio la liberación femenina, y con ella los estereotipos dan origen a la anorexia primero y 10 años después la bulimia empezará a ser objeto de atención en los países desarrollados. Paralelamente, el papel de la mujer en la sociedad y en la familia había cambiado y cada vez se le iban sumando nuevas exigencias que favorecían el caer en desórdenes alimenticios. Actualmente a inicios del siglo XXI, la obesidad se suma a estos trastornos de manera generalizada, influyendo también los hombres, su cuerpo y apariencia comienza a verse influido por estos modelos estéticos y a mostrarlos.
El origen de los trastornos alimenticios pueden ser multifactoriales; psicológicos, sociales y culturales refuerzan los trastornos alimenticios en los adolescentes de hoy.
Psicológicos: En los adolescentes el auto concepto es el rasgo de personalidad que mayor relación mantiene con los trastornos alimentarios. Está muy documentada la relación que guardan con otras características: el perfeccionismo, el miedo a madurar, la ansiedad y la desconfianza interpersonal. al autocontrol y a otras cualidades positivas, el perfeccionismo, alta auto exigencia, impulsividad, ausencia de hábitos bien estructurados, baja autoestima, miedo a madurar. En el proceso de descubrir su propia identidad, el adolecente tiende a la introspección, esto quizá les lleve a la buscar la soledad, pero en contraste necesitará de afectividad, alguien que le aporte la seguridad interior que busca, en este proceso del descubrimiento del “YO”, pueden presentarse muchos “yo” a los que a él le gustaría parecerse.
Sociales: Comenzando por el entorno familiar, hábitos alimentarios desestructurados, preocupación por la figura, obesidad de algún familiar, baja resolución de conflictos, pobre comunicación, sobreprotección, mezcla de roles familiares, las costumbres familiares en la alimentación, o la práctica de deportes que requieren un cuerpo extremadamente delgado: gimnasia rítmica y atletismo, entre otras.
Como parte del proceso del descubrimiento de su propia identidad aumentan las interacciones sociales, el deseo de permanecer a un grupo de iguales, con quien comparta intereses comunes le hace sentir seguro, pues en la familia el siente que no encaja, que no lo comprenden ni aprecian. En estos grupos encontrará por lo tanto influencia en sus conductas y hábitos alimenticios en la búsqueda de la identidad de una imagen física. El hecho de que las madres de familia salieran a trabajar y no puedan dedicar tiempo suficiente a la preparación de los alimentos, llevándolas así a consumir comida rápida, y enlatados.
Muchas personas no están a gusto con su cuerpo y tiene directamente que ver con nuestra sociedad, donde impera el ideal corporal de la delgadez asociada al éxito, a la belleza.
Los medios de comunicación difunden persistentemente este modelo difícil de alcanzar. Cuando la gente compara la imagen corporal propia con el ideal interiorizado, surgen sentimientos de insatisfacción corporal y personal, de ansiedad y una necesidad compulsiva de cambio físico. Entonces, aparecen los trastornos. La exposición a todos estos factores hace que el problema, una vez instaurado, tienda a mantenerse. La dificultad de librarse de estas influencias de naturaleza sociocultural es precisamente la que explica el aumento de la prevalencia de los trastornos de la conducta alimentaria.
Este tipo de problemas, muy propias de los estratos sociales medio-altos, ahora se comprueba en todas las clases sociales. El afán de perfeccionismo, la ansiedad, siempre están presentes en los adolescentes con alta insatisfacción corporal, derivada del rechazo a su cuerpo y de la búsqueda del cuerpo ideal.
Culturales: Los estereotipos culturales femeninos (delgadez extrema), prejuicios contra la obesidad, determinadas profesiones y deportes (moda, gimnasia rítmica, patinaje).
No existe una causa única, en los trastornos alimenticios en la adolescencia por eso es necesario un tratamiento a cargo de un equipo multidisciplinario donde participen nutricionistas, sicólogos, psiquiatras e incluso en algunos casos ginecólogos.
Es por eso que es tan importante preocuparse de los diversos trastornos y desórdenes alimentarios, que además se encuentran en el tercer lugar de las enfermedades de los adolescentes. Por lo que es elemental que, desde etapas previas, desde la lactancia y la niñez, se formen hábitos alimenticios sanos.
Los cambios propios de esta etapa de desarrollo, tanto físicos, hormonales, y psicológicos se dan sin distinción de género, por lo que requiere de una presencia eficaz y atenta de sus padres, aunque las reacciones de rebeldía o rechazo, se hagan presentes, en el fondo desean llamar la atención de sus padres. Es importante prepararlos para los cambios, formar la voluntad, el desarrollo moral, para que puedan asimilar con más serenidad todos sus sentimientos y emociones, con la tranquilidad de saber que este proceso es normal.