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Sacramentos: en el núcleo del cristianismo
La experiencia de ser salvados se realiza en cada sacramento.


Por: P.Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Catholic.net



Ser cristianos significa acoger una Salvación maravillosa, realizada gracias a la Encarnación, Nacimiento, Vida oculta, Vida pública, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

La experiencia de ser salvados se realiza en cada sacramento. Como pórtico, el bautismo nos unió para siempre al Amor del Padre en Cristo gracias al Espíritu Santo.

Luego, la Confirmación nos confirió la plenitud del Espíritu Santo y la fortaleza necesaria para vivir la aventura de la fe en cualquier situación de la vida.

Como somos débiles, la confesión permite recuperar la gracia (la presencia íntima de Dios en mi alma), porque actualiza la salvación en la historia personal.

Sobre todo, la Eucaristía nos lleva al mismo momento del Calvario, donde Cristo vence el pecado, destruye la muerte, nos da su Cuerpo y su Sangre para que tengamos vida.



En la enfermedad grave, que nos recuerda la propia fragilidad y el hecho inevitable de la muerte, la Unción de los enfermos suaviza los dolores y reaviva la esperanza.

El matrimonio bendice con la salvación de Dios esa maravillosa experiencia del amor humano, pues lo limpia de egoísmos y pecados, al dar ese impulso para que los esposos se amen como Cristo amó a su Iglesia (cf. Ef 5).

El sacramento del orden sacerdotal se entiende desde la voluntad de Cristo de continuar su presencia entre los hombres, pues gracias a los obispos y los sacerdotes la Eucaristía se celebra en tantos rincones del planeta.

Todos y cada uno de los sacramentos nos permiten entrar en el núcleo del cristianismo: "tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16).

 









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