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Hoy hemos visto maravillas
Dios es un Padre amoroso que siempre sale al encuentro del hombre, que lo busca, lo sana en su interior


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



San Dámaso
Isaías 35, 1-10: "Dios mismo viene a salvarnos"
Salmo 84: "Nuestro Dios viene a salvarnos"
San Lucas 5, 17-26: "Hoy hemos visto maravillas"

 

En nuestra pasada asamblea diocesana nos sorprendieron las graves necesidades de nuestro pueblo y volvió aparecer como urgente la Nueva Evangelización. Las lecturas de este día nos llevan a los mismos escenarios que contemplábamos como necesitados de buena nueva. Isaías nos presenta de una forma dramática los dolores del pueblo de Israel que son los mismos dolores que aquejan a nuestro pueblo: "Las manos cansadas... las rodillas vacilantes... el corazón apocado". 

Son expresiones que dibujan la situación de quienes se enfrentan a los problemas diarios en medio de situaciones críticas. Sin embargo el mismo Isaías lanza su grito jubiloso que suscita esperanza y alienta a buscar nuevos caminos: "Ánimo, no teman. He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos". Si humanamente no encontramos salidas, con Dios a nuestro lado se abren nuevas soluciones. Si vivimos la presencia de Dios en medio de nosotros: "Se iluminarán, entonces, los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos se abrirán. Saltará como un venado el cojo y la lengua del mudo cantará". En una palabra, si vivimos la presencia de Dios en medio de nosotros todo se transformará. Y continúa Isaías describiéndonos las transformaciones de la naturaleza pero no se darán los cambios automáticamente. Alguien me comentaba: "Usted dice que con la presencia de Dios se transformarán las realidades, pero a veces no vemos los cambios".

Es cierta esta objeción, pero no significa que no sea efectiva la presencia de Dios, lo que no es efectivo es el modo en que nosotros vivimos esa presencia. Si somos conscientes de ese amor que Dios nos tiene, si vivimos con fe el sabernos en sus manos, si su amor nos lleva a comprometernos en la construcción del Reino, forzosamente la situación tendrá que cambiar. El pasaje evangélico busca hacernos  caer en la cuenta de esa realidad: Dios es un Padre amoroso que siempre sale al encuentro del hombre, que lo busca, lo sana en su interior y todo esto lo hace por medio de su Hijo Jesús.   Él restaura al hombre desde su interior, por  eso primeramente Jesús concede el perdón de los pecados para rehacer al hombre en su  primera dignidad,  pero Jesús no se queda solamente en lo espiritual, restaura al hombre también en sus necesidades físicas y materiales. Esto sería lo realmente importante en una nueva evangelización: poner al hombre de nuestros tiempos en contacto con Jesús para que lo restaure integralmente, a plenitud. Asemejarnos a aquellos  hombres que llevaron al paralítico delante de Jesús. Él será nuestra verdadera salvación. 









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