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Bendito seas para siempre, Señor
¿Qué espero yo al final de mi vida?


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



Daniel 5, 1-6.13-14. 16-17. 23-28: “Aparecieron los dedos de una mano que se pusieron a escribir”

Salmo 3: “Bendito seas para siempre, Señor”

San Lucas 21, 12-19: “Todos los odiarán a ustedes por causa mía. Sin embargo ni un cabello de su cabeza parecerá”

 

Son los últimos días del año litúrgico y las lecturas nos van encaminando poco a poco a una reflexión sobre el tiempo final, las postrimerías que llamaban en tiempos pasados. ¿Qué espero yo al final de mi vida? ¿Qué epitafio me gustaría que pusieran en mi tumba? ¿Lo que estoy haciendo me está llevando a eso que espero? A veces me he puesto a imaginar las terribles escenas que nos cuenta el libro de Daniel como la de hoy en la primera lectura.



Ya sé que son escenas de un libro apocalíptico y que tienen su propia finalidad pero precisamente por eso tenemos que reflexionarlas. En medio de un banquete, ante el asombro del Rey Baltasar y todos sus acompañantes, aparecieron los dedos de una mano que se pusieron a escribir sobre la pared del palacio. Ellos, que bebían y disfrutaban profanando los vasos sagrados, quedaron impresionados por la visión, pero no lograban entender las palabras. Daniel es llamado para interpretarlas y descifrar su mensaje. “Contado, pesado y dividido”, eran las enigmáticas palabras. Y claro que se referían concretamente a la situación del poderoso rey Baltasar, pero también podemos hacer una interpretación y aplicárnoslas a cada uno de nosotros. Si nuestros días están contados, si no somos eternos, si estamos de paso ¿por qué no vivir con despego y libertad frente a los bienes del mundo? ¿Por qué nos limitan tantas ambiciones?

“Pesado”: la balanza de Dios, nos lo decía el domingo pasado, tiene como gran finalidad medir nuestras obras a favor de los más necesitados. Cristo mismo nos decía que el juicio será sobre lo que hayamos hecho por Él pero en la persona de los pequeños e insignificantes. ¿Cuánto pesarán esas obras, que parecen desconocidas, hechas a favor de los que no cuentan a los ojos del mundo? Finalmente la palabra “Dividido”, aunque se refiere muy claramente a las posesiones del rey, también puede ser muy fácilmente aplicada a lo que pretendemos poseer nosotros, ¿a manos de quién va a parar cuando muramos? ¿Valdría la pena todos los sacrificios que por ellas hemos hecho? 

Si esta lectura nos lanza por el camino de una seria evaluación, el pasaje evangélico por el contrario, nos anima para que nos sostengamos en la esperanza en los últimos tiempos, aunque haya persecuciones, aunque existan traiciones, aunque parezca que estamos solos, “si se mantienen firmes, conseguirán la vida”, porque el Señor camina con nosotros.

 









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