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¿Se puede vivir la ternura en una Sociedad Implacable?
La Caridad es una virtud que tiene muchas caras atractivas.


Por: Javier Ordovás | Fuente: Catholic.Net



El Papa Francisco está pidiendo a la humanidad algo tan llamativo como mostrar compasión de los desfavorecidos, o una llamada a la ternura, o saber pedir disculpas. Es decir, nos está recordando distintas manifestaciones de la caridad cristiana en el día a día.

 La caridad es una virtud tan grande que su despliegue en la vida corriente es polifacético,  tiene muchas caras atractivas: ternura, cortesía, delicadeza, afabilidad, amabilidad, cordialidad, empatía, simpatía, compasión, gratitud, generosidad, altruismo, lealtad,…

En realidad, todas esas virtudes son distintos nombres de la caridad, son el rostro humano de lo que podría quedarse en una simple caridad seca y formal, o en una fría cortesía.

Ya entendemos que la ternura no consiste en ir repartiendo abrazos a diestro y siniestro pero, también somos conscientes de que en las relaciones sociales actuales, muchas veces,  predomina el clima de desconfianza y animadversión. En muchos ámbitos nuestras relaciones humanas, no son cordiales, son tensas, son excesivamente competitivas.

A veces en nuestra propia familia y, normalmente al salir de casa, tenemos miedo a exteriorizar nuestra ternura por temor a ser engañados, malinterpretados o ridiculizados.



Hay que tener grandeza de ánimo para actuar con ternura y estar convencidos de que el amor vence muchas barreras. El místico S. Juan de la Cruz lo decía de otra manera: ¨ Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor ¨. Es decir, la semilla del amor crece pero, tienes que atreverte, tener la grandeza de ánimo, de sembrar esa semilla en los terrenos más duros, en los corazones más fríos, en las personas más distantes.

¿Cuántas barreras rompe una sonrisa¿ Porque existe la sonrisa de la cordialidad, la sonrisa de la simpatía, la sonrisa de la compasión, la de la gratitud.

¿Qué trabajo nos cuesta saludar con una sonrisa a quien lleva todo el día detrás de una ventanilla y saludarle con un cordial y sincero "buenos días"?

Cuando tenemos el papel de autoridad, de padre, de madre, de jefe, ser afable es ser accesible, escuchar con benevolencia, no ser distantes ni pensar que nos van a perder el respeto por nuestra afabilidad.

La amabilidad es la palabra dulce que anima, levanta, consuela y fortalece. La amabilidad es afabilidad en la conducta, naturalidad en el obrar, paz en el semblante, benevolencia en la mirada. Se comunica y trasmite dentro de una familia o de una sociedad.



La cordialidad que es sinónimo de amabilidad, nos establece unos principios internos que  llevan  a tratar a los demás de buena manera. En eso consiste la tolerancia pero, no solamente la tolerancia ante diferencias religiosas o políticas, sino de las personas con distintos gustos y formas de ser con  las que nos rozamos cada día. Aceptar a cada persona con su singularidad.

La persona tierna, verdaderamente cordial, no se encuentra bien en las conversaciones chismosas que son difamadoras y desleales, aunque los presentes sepan que se está bromeando o caricaturizando. Frecuentemente los comentarios chismosos tienen su origen en envidias, celos o enemistades sin fundamento. Todo ello es lo más contrario a la grandeza de ánimo de la persona cordial que quita importancia a esas pequeñeces y, por tanto, vuela muy por encima de ellas.

La aceleración del trabajo o  las relaciones profesionales competitivas no justifican una actitud grosera, beligerante y, mucho menos, cínica. La cordialidad nos lleva a convertir esas situaciones mediante la simpatía en asuntos triviales y con empatía en motivo de esfuerzo compartido y gratificante.

También es S. Juan de la Cruz quien nos dice: “Al atardecer de la vida te examinarán en el amor…







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