¿Obra del Espíritu Santo?
El Protestantismo
Por: Redacción | Fuente: accionfamilia.org
Desde hace algunos años se ha venido, en nombre de un falso ecumenismo, intentando negar la verdad histórica acerca del daño que el Protestantismo ha infligido a la Iglesia y de su negación de verdades de fe. Se ha llegado recientemente al punto de que una alta autoridad eclesiástica afirmó que esa herejía fue “obra del Espíritu Santo”.
La Iglesia Católica ha venido condenando a lo largo de los siglos la herejía protestante. Concilios, documentos pontificios, obras de grandes santos, han desenmascarado los errores perniciosos de esa secta.
Veamos lo que dice el Papa León XIII a ese respecto: [1]
“La llamada Reforma del siglo XVI levantó la bandera de la rebelión, tratando de herir a la Iglesia en pleno corazón, al combatir rabiosamente el Papado. Destrozó el vínculo de la anterior unidad de jurisdicción y de fe que había congregado bajo sus alas maternales a los pueblos, constituidos en una sola grey, la que no pocas veces había duplicado sus fuerzas, su aprecio y su honor por la armonía de sus esfuerzos y fines.
“La Reforma inyectó en las filas de los fieles una discordia lamentable y perniciosa.(…) Al rechazar, por un lado, la preeminencia de la Sede Romana que es la causa efectiva y conservadora de la unidad, y al introducir, por otro, el principio de la libre interpretación, sacudió a fondo la construcción del divino edificio, abriendo el camino a innumerables cambios, dudas y negaciones, aun en cuestiones de suma trascendencia”(…)
Mucha gente piensa que atentar contra los principios religiosos y morales no tiene una gran importancia ya que no se ve afectada de modo inmediato en su vida diaria. Sin embargo, el Pontífice muestra que:
“La situación de la sociedad actual ha abandonado la grandeza de las tradiciones cristianas, y por ello ya está sumiéndose en la miseria moral y material y encaminándose hacia un porvenir aun más lúgubre; pues, es una ley de la Providencia, que la Historia confirma, que no se pueden transgredir los principios de la fe sin conmover los cimientos del progreso social.”
[1] Papa León XIII, Encíclica Parvenu à la Vingt-Cinquième Année, 19-III-1902