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3 argumentos que lo desmienten

¿Es cierto que la religión está en declive?
Si entendemos la religión como un camino de encuentro, de conversión, entenderemos por qué la fe no se mide


Por: Silvia de Ordoñez | Fuente: catholic-link




Cuando vi este video por primera vez difundiéndose por las redes sociales sentí rabia y tristeza porque pensé cómo alguien puede decir eso para hacer daño. Entonces empecé a buscar cifras que demuestren lo contrario. Encontré números como los 7 millones de personas que asistieron a la misa de cierre de la visita del Papa Francisco a Filipinas a inicios del año pasado, los 100.000 devotos de la Madre Teresa de Calcuta que fueron a su canonización en Roma o los 1.6 millones de jóvenes que estuvieron en la JMJ de Cracovia en julio de este 2016.  

Cuando estaba buscando estos datos empecé a revivir todo lo que significó para mí asistir a la JMJ, encontré la respuesta que anduve buscando desde que vi el video. No se necesitan «varios estudios internacionales» como cita el video (sin explicar de dónde provienen los datos), ni cifras frías para entender qué es la religión para las personas que la viven. Es en ese tipo de reuniones multitudinarias con otros que comparten nuestra fe, en las que entendemos por qué somos católicos, por qué somos Iglesia y que la fe es está presente y viva en nuestro mundo aunque se diga lo contrario.

El video afirma que en varios países de Europa las personas se declaran más agnósticas que creyentes y que muy pocos de ellos asisten a la iglesia los domingos. Y aunque parezca contradictorio, pienso que esto puede ser mejor, pues quiere decir que ese 2% va con alegría y seguro de sus creencias, dándole vida a la Iglesia.

Es verdad que para muchos la religión se convierte en algo cultural o en un compromiso familiar e incluso se celebran los sacramentos como eventos sociales sin darles la verdadera importancia que tienen. Sin embargo, cuando la religión es bien entendida se convierte en un camino de vida plena, de servicio y de amor a los demás.

El video de los autodenominados “humanistas” que se alegran porque hay menos religiones en el mundo, no presenta las consecuencias de ello. Hace falta solamente encender el noticiero o mirar las redes sociales para darnos cuenta de lo que pasa en un mundo sin Dios y sin religión: es un mundo lleno de violencia, de maltrato al medio ambiente y de odio. Es evidente que esas son consecuencias del egoísmo y el individualismo que se vive hoy en día, de la falta de actos de caridad hacia los demás y hacia la naturaleza, de la soledad y el estrés, como principales enfermedades de un mundo de consumismo vacío y triste. Como ha dicho el Papa Francisco en varias ocasiones: la cultura actual es «la cultura del descarte» en la que se desechan las vidas de los pobres, de los inmigrantes, los ancianos y todos quienes son más vulnerables .



Cuando estuve estudiando mi maestría en el Reino Unido y anduve de paseo por Europa, escuché a muchas personas decir que la ciencia y la fe no son compatibles, haciéndonos creer incluso que quién es religioso «no tiene criterio» (cito las palabras de una guía turística en París). Eso puede suceder cuando se confunde la fe con sentimiento religioso (explicación de los chicos de arguments.es), pero en realidad para tener fe y ser practicantes hemos tenido que racionalizarlo primero.

Pero en medio de esos rechazos que sentimos quienes practicamos una religión y que dejan un poco de sin sazón, también tuve la suerte de vivir otras experiencias como ir al Camino de Santiago. Esto me permitió conocer a muchos que peregrinaban en búsqueda del sentido de su vida y de descubrir a Dios en los amaneceres y atardeceres, en un sorbo de agua fresca, en los compañeros de camino y en la alegría de saberse hijos suyos y sentir su cobijo en cada paso que daban.  

Si entendemos la religión como un camino de encuentro, de conversión y de servicio a los demás, poniendo en ello nuestro corazón, entenderemos fácilmente por qué la fe no se mide en porcentajes calculados al azar, sino en actos de amor y en una vida llena de paz. Así que, amigos humanistas, les afirmo con toda seguridad que la religión NO está en declive, es más bien el mundo sin religión el que está en declive.

 









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