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Reflexión del evangelio de la misa del Lunes 21 de Agosto de 2017

Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en el cielo
No tengas miedo, yo estoy contigo


Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |



San Pio X
Jueces 2,11-19:  “El Señor hacía surgir jueces, pero los israelitas no los quisieron escuchar”
Sal 105: “Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo”
San Mateo 19,16-22: “Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en el cielo”


Cuando observo a los jóvenes embelesados por los adelantos de la ciencia y de la técnica; cuando persiguen sin dudar los modelos musicales, bailes y moda; cuando chicos y grandes se van alejando de las costumbres religiosas y  asimilan nuevos estereotipos que ofrecen otras culturas, no puedo menos de recordar e imaginar el espectáculo que nos ofrece la primera lectura. Es el libro de los jueces, el pueblo de Israel se enfrenta a situaciones completamente nuevas, debe conquistar la tierra prometida, pero al mismo tiempo debe mantenerse fiel a Dios. La tarea no es fácil: se trata de encontrar el propio espacio, de custodiar y ahondar la propia identidad, proporcionándole un rostro significativo; pero al mismo tiempo convivir con otros pueblos, con sus ritos y tradiciones, con sus cultos tan sugestivos, sus instituciones… y todo tiene un atractivo para un pueblo nómada, vagabundo y con un solo Dios. Y caen en la tentación.

 

El libro de los Jueces es un continuo movimiento de alejamiento, pecado, infidelidad, conversión y ayuda divina a través de estos personajes que quieren reconducir al pueblo a su amor original. Descalabros y momentos sublimes, van de la mano. Mi cuestionamiento es ¿por dónde vamos nosotros? La fascinación de las nuevas culturas nos puede llevar, al igual que a los israelitas, a infidelidades, nuevos ídolos y a olvidarnos de Dios. ¿Suscita también hoy el Señor nuevos “jueces” que reconduzcan al pueblo al amor primero? ¿Cómo pueden los jóvenes conservar una gran identidad y una fidelidad a su Dios, a su patria, a su tierra, a su gente, si parecen desarraigados y sometidos por una cultura de oropel? Es una gran tarea que a todos debe cuestionarnos.

 



Los jóvenes necesitan valores de referencia que los sostengan en el momento de la lucha, del fracaso y del triunfo. Y el más grande valor, y el mejor sostén es ese amor que Dios nos tiene, manifestado en el libro de jueces y explicitado en el Evangelio. Busquemos poner en el corazón de cada joven las palabras que Dios dice a cada uno de los jueces: “No tengas miedo, yo estoy contigo”. Dios sigue invitando a centrar nuestro corazón en su amor y en el amor al prójimo y no dejarnos llevar por el ídolo del dinero o del poder.
 







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