Que las madres no se sientan solas.
Pro vida, ampliar el enfoque
Por: Javier Ordovàs | Fuente: Catholic.net
Ni las legislaciones, ni “no al aborto” son suficientes.
Es consolador comprobar que en las redes encontramos miles de iniciativas pro vida que se van multiplicando día a día, la mayoría promovidas por jóvenes e intelectuales, que se enfrentan a las legislaciones abortistas. Las instituciones pro vida están descubriendo que tienen que defender al mismo tiempo la vida del bebé y de la madre.
Cifras trágicas
Las cifras precisas del aborto en el mundo son imposibles de confirmar. Sabemos que los organismos internacionales estiman que cada año 50 millones de niños no llegan a ver la luz por causa del aborto; de ellos, la mitad perecen bajo el amparo de las leyes abortivas. Lo que quiere decir, y esto es importante, que la otra mitad de abortos se producen en países con legislación restrictiva.
En Europa se producen anualmente 13 millones de abortos. Es la cifra más alta de causas de defunción en Europa.
En los países del área desarrollada diversos trabajos indican que el 22% de los abortos se producen por razones socioeconómicas, el 14% por razones familiares y el 52% por causas sociales. ¿Qué significa esto? Que el 88% de los abortos que se producen podrían ser evitados con una acción más decidida de los poderes públicos y más comprometida de los privados.
¿Y cómo se evalúa el trauma psicológico de esos millones de mujeres que han abortado?: un estudio realizado en Alemania indica que el 70% de las mujeres que abortan sufren, a lo largo de su vida, con la idea de lo que habría sido de ese niño si ellas no hubiesen abortado. Tampoco hay que olvidar el trauma psicológico de los padres que han participado en la decisión de abortar de su esposa.
Occidente se suicida
Resulta, entonces, que los países avanzados, tienen un gravísimo problema en su propia casa. Mientras tanto, la naturaleza se encarga de “pasar factura” con el envejecimiento de la población provocado por una tasa de natalidad que no equilibra la de mortandad, y que genera el riesgo para las pensiones de la tercera edad y el aumento de millones de emigrantes.
“No al aborto”, no es suficiente
El empeño de los defensores de la vida está siendo muy fuerte y se han perdido muchas batallas pero, todavía quedan muchos países en los que se puede conseguir una legislación contra el aborto.
Es muy necesario que las legislaciones reflejen una cultura de defensa de la vida pero, por desgracia, aún en los países con fuertes restricciones al aborto, el número de abortos, también es muy elevado.
Tanto los países desarrollados como los en vías de desarrollo pueden tener bajas tasas de aborto. Sin embargo, la mayoría de los países registran tasas de aborto entre moderadas y elevadas. Las restricciones legales severas no garantizan una baja tasa de aborto. ( ¡ojo!, hablamos de bajas tasas que son millones de víctimas!).
Defender las dos vidas: la del bebé y la de la madre
Cuando planteamos el “no al aborto” y damos la expresión positiva “si a la vida”, tenemos que tener claro lo que queremos decir con eso y conocer el alcance de esa expresión, que no es simplemente una fórmula acertada de marketing para defender al no nacido: es eso y mucho más.
Cuando decimos “si a la vida” estamos hablando de la vida del no nacido, la vida del embrión con enfermedades o malformaciones pero, también, de la vida de los adolescentes irresponsables, la vida de la mujer violada, la vida de la mujer con un hijo no deseado. Todas esas son las vidas que nos interesan. Son vidas con muchos problemas; muchas de esas vidas son heroicas cuando defienden al no nacido. Sobre los hombros de esas mujeres y esos niños recae el peso de una decisión que les va a acompañar siempre y que, en muchos casos, les supera.
Cuando decimos “si a la vida”, muchas vidas van a costar caras a la sociedad.
La penalización o despenalización del aborto, si no van acompañadas de otra serie de medidas ineludibles de apoyo social, médico y económico, son insuficientes y pueden ser injustas.
Apoyo a la maternidad. Que las madres no se sientan solas.
La sociedad debe apoyar generosamente, heroicamente, a esas personas con medidas de acompañamiento, por costosas que sean. Salvar vidas es más urgente que promover el desarrollo económico, por eso muchas instituciones privadas podrían reorientar sus programas hacia “la protección de la maternidad”.
Precisamente porque las instituciones públicas de cooperación van en sentido contrario y sus prioridades están en eliminación de la familia y de la vida del embrión y apoyo a la cultura de género. Por no mencionar la promoción de la eutanasia. Actualmente no podemos esperar nada de las ayudas públicas para la defensa de la vida.
Si los entes públicos no protegen la maternidad, lo tenemos que hacer los privados.
Hay una gran vitalidad de movimientos e iniciativas privadas “pro vida” que advierten el desencanto de la sociedad hacia la “cultura de la muerte”. En EEUU se detecta un fuerte aumento de ciudadanos a favor de la vida del no nacido.
Muchas fundaciones, ong e instituciones de principios cristianos podrían dar un nuevo enfoque a su “objeto social” y centrarse en la urgencia de apoyar la maternidad en sus diversos aspectos:
- Protección a las familias de los niños nacidos con enfermedades o malformaciones.
- Protección de las mujeres violadas, o con hijos no deseados. Asistencia legal y psicológica.
- Programas de correcta educación sexual a los adolescentes.
- Difundir y denunciar las malas prácticas del negocio de órganos de las clínicas abortistas y de los “vientres de alquiler”.
- Apoyo a médicos y enfermeras en la defensa de la “objeción de conciencia”.
- Gestionar y agilizar los sistemas de adopción para los casos que lo requieran.
- Mejoras en la legislación laboral durante la maternidad.
- Promover la sinergia entre los miles de webs y blogs de la red que son decididamente “pro vida”.
Con ese enfoque se pueden salvar las vidas de millones de niños y madres que están superados por la maternidad.