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La infinita misericordia de Dios
Un precioso video sobre una misericordia que no conoce límites


Por: Daniel Prieto | Fuente: catholic-link



«Es un ‘signo de los tiempos’ que la idea de la misericordia de Dios sea cada vez más central y dominante», dijo en su última entrevista el Papa emérito Benedicto XVI. ¿Pero a qué se debe este fenómeno que nos ha llevado incluso a celebrar un año jubilar dedicado a ella? Es obvio que «precisamente porque existe el pecado en el mundo, al que “Dios amó tanto… que le dio a su Hijo unigénito”. Dios que es amor no puede revelarse de otro modo si no es como misericordia.

Esta se corresponde no solo con la verdad más profunda de ese amor que es Dios, sino también con la verdad interior del hombre y del mundo que es su patria temporal» (Dives in misericodia 13). Sin embargo, por otro lado, como notaba el Papa Benedicto, en nuestro tiempo se percibe con aún más fuerza debido a que «en la dureza del mundo de la técnica, en el que los sentimientos ya no cuentan nada, aumenta la esperanza de un amor salvífico que sea dado gratuitamente». Sí, especialmente en este tiempo tecnologizado, en el cual han surgido tantos espacios virtuales que promueven relaciones desencarnadas y por ende interesadas, y además, una visión idealizada de la vida a través de imágenes que nos llevan a esconder nuestras heridas y problemas cual si fuesen una lepra que nos alejase definitivamente de la belleza, de la verdad y del amor.

Justo aquí, en este tiempo, surge con mayor fuerza el anhelo de un amor que irrumpa en nuestras vidas sin condiciones; un amor que atraviese las pantallas detrás de las que nos ocultamos para tocar con su mano nuestro tejido más íntimo, y desde él invitarnos a la comunión. Este es el amor que tanto esperamos; esta es la misericordia de Dios. Un Dios que de verdad pueda decirnos: «Yo te amo así, a pesar de todo, o mejor dicho, con todo, teniéndolo en cuenta todo», o también, «Eres digno de ser amado todo tú, a pesar de, o más bien, con tus cicatrices y heridas». No se trata de una proyección utópica o de un anhelo frustrado: nuestro corazón refleja la verdad, pues nuestro Dios es uno que verdaderamente se ha abajado, para tocarlas y hacerlas suyas. Lo Perfecto se ha abajado para tocar nuestra forma concreta e imperfecta, asumiendo así toda nuestra deformidad.  Se ha desfigurado para transfigurar y así divinizar con su amor desde dentro nuestra figura. Este es el motivo por el cual la misericordia cristiana tanto escandaliza, cuanto fascina, porque no es una falsa compasión desde lo alto de un Dios que sintiendo pena al vernos tan lejos de su perfección, nos humilla desde su desigualdad (de este modo no haría más que revalidar nuestra indignidad).

 







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