Menu


¿Por qué necesitamos un director espiritual?
5 razones convincentes para decidirnos a compartir lo que experimentamos en el interior


Por: Valeria Talavera | Fuente: catholic-link



Siempre he pensado mucho en la pregunta del joven rico del Evangelio: «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?» pregunta que en el fondo significa ¿cómo puedo alcanzar la santidad en esta vida? o ¿quién es Dios para mí? Las respuestas de Dios para estas preguntas pueden darse por distintos caminos. Simplemente siguiendo los Diez Mandamientos; también podemos profundizar en nuestra relación con Dios en la cual crecemos gracias al contacto con la Sagrada Escritura, los sacramentos y los consejos de la Iglesia; luego podemos ver el estado actual de nuestra vida y las experiencias de nuestro pasado para conocer lo que Dios quiere de nosotros en el momento presente…

Sin embargo, para encontrar las respuestas a todo esto, es bueno tener un director espiritual. Como San Josemaría Escrivá decía: «No se te ocurriría construir una buena casa para vivir en la tierra sin consultarle a un arquitecto. ¿Cómo quieres levantar sin un director el alcázar de tu santificación para vivir eternamente en el cielo?»

Acá te dejamos algunas razones por las que creemos que es importante tener un guía espiritual. Esperamos te gusten y te ayuden a discernir lo que Dios quiere de ti

La vida espiritual es como una montaña rusa
La vida espiritual es como una montaña rusa en constante movimiento. Hay días en que podemos pasar horas enteras frente al Santísimo, estar entusiasmados por ir a Misa o a los Jueves Eucarísticos, y caminar por la calle felices rezando un Rosario. Esos días en que el alma está feliz cerca de Dios. Pero también existen los días en que todo esto es sumamente difícil y hasta parece muy lejano. Esos momentos en que es más fácil dejarnos vencer por la pereza, por el desierto, por el pecado.

Siempre necesitamos alguien con quien compartir que no sea solo un amigo

Considerando lo que acabamos de decir necesitamos encontrar a alguien con quien compartir y conversar acerca de nuestra vida espiritual, ya que a nuestro alrededor, hay pocas personas que comprenden lo que experimentamos interiormente. Es verdad que siempre tenemos amigos en la misma comunidad que están disponibles a compartir con nosotros, sin embargo, es importante tener a alguien dispuesto a escuchar pero que sepa un poquito más que nosotros para poder levantarnos cuando creemos caer, para compartir la alegría cuando las bendiciones llegan y para ayudarnos a conducir nuestra vida espiritual. Ese es el deber de un guía o asesor espiritual

El guía espiritual se preocupa de cosas que otros no se preocupan
El asesor es aquella persona con mucha formación espiritual que nos abre las puertas de su corazón y nos regala parte de su tiempo para hablar de nuestra relación con Dios. Cuando hablo de esto no me refiero solo a la oración, me refiero a todo lo que una vida de católico coherente comprende. Un guía espiritual se preocupa no solo por nuestros signos espirituales externos, sino también por aquellas cosas profundas de nuestra vida que nos hacen ser lo que somos. Se dedica a conocernos profundamente, y a partir de eso, conocer a nuestras familias, amigos, pareja, y nuestra relación con ellos. En las etapas de crisis, el asesor estará ahí para aconsejarnos, formarnos y alimentar nuestros conocimientos espirituales de forma que sea más fácil enfrentar momentos difíciles. Estará ahí también cuando empecemos a sentirnos solos, o dejemos de encontrarle el sentido a las cosas cotidianas, cuando nos cuestionemos o nos persigan las tentaciones.

¿Qué hace un asesor espiritual?
Un guía espiritual es también aquella persona que nos enseña a orar de diversas formas, además de motivarnos para poder hacerlo. Recomendando lecturas o películas, nos instruye en el crecimiento que él ya tuvo y que cree que será bueno para nosotros. Además, nos ayuda a descubrir el camino de nuestra verdadera vocación o a santificarnos en aquella que ya hemos encontrado. Es importante que el guía sea una persona en la que podamos confiar y hablar sin guardarnos nada. Aunque al comienzo sea una tarea difícil debemos recordar siempre que esta persona está siempre actuando como instrumento de Dios, que nunca es él solo el que habla.

Una práctica recomendada
La conducción espiritual es una práctica muy común en la Iglesia, apta para todos los bautizados (no son solo las monjitas o los curas los que tienen un guía espiritual). Un director espiritual ayuda a cualquiera a crecer y a formarse, a conocerse un poco más y a adentrarse en el conocimiento de Dios. Después de implementar esto en nuestra vida, no solo tendremos una amistad más rica con Dios, sino que tendremos una relación de amistad y de confianza con esta persona que hará el papel de padre espiritual: una tarea difícil, pero hermosa.

Este artículo fue publicado originalmente por nuestros aliados y amigos: Ir al artículo en Catholic-link.com

 









Compartir en Google+




Reportar anuncio inapropiado |