Reflexión del evangelio de la misa del Sabado 22 de Abril de 2017
No podemos callar lo que hemos visto y oído
Por: Mons. Enrique Diaz, Obispo de la Diócesis de Irapuato |
Hechos 4,13-21: “No podemos callar lo que hemos visto y oído”
Salmo 117: “La diestra del Señor ha hecho maravillas”
San Marcos 16,9-15: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”
¿Por qué resulta tan difícil creerles a los pequeños? La primera lectura nos muestra a Pedro y Juan hablando y dando testimonio de Jesús, pero como son hombres “del pueblo, sin ninguna instrucción”, los escribas y los ancianos no aceptan su testimonio y les prohíben hablar de “ese Jesús”. En el evangelio la que sufre la incredulidad de los mismos seguidores de Jesús es una mujer: Magdalena. Sí, sabían que el Señor la había curado, reconocían que era una fiel discípula del maestro, nadie dudaba de su entrega, pero era mujer y no podían creer que el Señor escogiera a una mujer como mensajera y portadora de tan importante noticia, por eso no le creyeron. Pero así es Jesús, así escoge a sus mensajeros: a los pequeños, a los insignificantes, a los ignorantes, a los pecadores, para que resalte el mensaje y no el portador. Pero llama la atención la fidelidad y firmeza de estos testigos. Pedro afirma “nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído” y les cuestiona a las autoridades si será justo obedecerlos a ellos antes que a Dios. Lo mismo nos cuestionaría hoy Jesús, si hemos sido fieles a su Palabra y a dar testimonio de su presencia resucitada y salvadora, o vamos conformando nuestra palabra a las exigencias y gustos de un mundo que arrebata y subyuga pero que está lejos de su propuesta de vida. Magdalena no teme que se burlen de ella o que la desprecien, ella también tiene que anunciar lo que ha visto y oído. Y la misión con que termina el evangelio de San Marcos es muy clara: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”. Nosotros, pues, no podemos callar lo que hemos visto y oído. Ahí está la Buena Nueva de Jesús, ahí está la esperanza que da a nuestro corazón, ahí está el Reino de Dios que se va construyendo.