El Papa Francisco ha propuesto modelos de sacerdotes misericordiosos.
Sacerdotes misericordiosos
Por: Dr. José María Montiu de Nuix, sacerdote, Misionero de la Misericordia | Fuente: Catholic.net
El Papa Francisco ha propuesto modelos de sacerdotes misericordiosos. Destacan el padre Pío, san Leopoldo Mandic y el Cura de Ars.
San Pío de Pietrelcina (1887-1968) no precisa de presentación, al ser a nivel mundial uno de los santos más populares del siglo XX. Este capuchino italiano destacó por su misericordia en el ministerio de la administración del sacramento del perdón de los pecados. Sintetizaba al respecto el beato Pablo VI: el padre Pío “confesaba desde la mañana hasta la noche”. Multitud de personas de todo el mundo acudían a confesarse con el Padre Pío. Así, por ejemplo, a partir de 1950, para confesarse con él, había que esperar, a veces, más de quince días, a pesar de que dedicaba diariamente quince y más horas al sacramento de la misericordia.
San Leopoldo Mandic (1866-1942) es un capuchino al que el papa Francisco muchas veces ha señalado como modelo de sacerdote misericordioso. San Leopoldo fue destinado por sus superiores al ministerio de confesor. Toda la vida la dedicó al perdón de los pecados. Se pasaba el día metido en el confesonario. Fueron muchísimas las personas que acudieron a confesarse con santo tan misericordioso. Así, por ejemplo, según los subsidios oficiales del reciente año santo, estuvo, durante casi treinta años, diez-quince horas diarias en el confesonario, escuchando y perdonando. Esto último sólo ya supone más de cien mil horas dedicadas a confesar. ¡Todo un ejemplo!
San Juan María Vianney (1786-1859), conocido como el Cura de Ars, el patrón de todos los párrocos del mundo. Es, también, desde hace unos pocos años, patrono de todos los sacerdotes del Cosmos. Este sacerdote secular francés, popularísimo, representa un verdadero hito en la historia de la santa madre Iglesia. ¡Un gran modelo! ¡Un gigante! Él, que era un pastor según el Corazón de Jesús, decía: el sacerdocio es el amor del Corazón de Cristo. Ante las grandes miserias humanas, especialmente ante el drama del pecado, se dio con gran generosidad y misericordia. Así, en los días largos, confesaba de dieciséis a dieciocho horas. En tiempo de invierno, que en Ars era muy crudo, pasaba de once a doce horas diarias en el confesonario. Pastor tan misericordioso atrajo a muchas almas, convirtió a muchas personas, perdonó muchos pecados. Así, por ejemplo, durante el último año de su vida, 1858-1859, el número de peregrinos que fue a Ars se estima entre cien mil y ciento veinte mil. Hecho muy significativo si se tiene en cuenta que estos peregrinajes a Ars tenían una intención claramente religiosa, así como también que la mayoría de los peregrinos quería confesarse con el Cura de Ars.
En suma, el Papa Francisco nos ha recordado, de modo muy vibrante, la imagen del Buen Pastor que cura les heridas de sus ovejas, corazón de amor misericordioso que perdona.