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La diferencia entre profetas mayores y menores no se debe tanto a la extensión de sus escritos, sino a la importancia de sus vocaciones y misiones.

¡Prestad atención a vuestro modo de vivir!
Es importante conocer la Doctrina Católica. Pero eso no basta; debemos amarla y vivirla


Por: Redacción. Paulo Francisco Martos | Fuente: es.gaudiumpress.org



 La diferencia entre profetas mayores y menores no se debe tanto a la extensión de sus escritos, sino a la importancia de sus vocaciones y misiones. El Libro de Zacarías, profeta menor, posee 14 capítulos, el mismo número de que está compuesto el de Daniel, profeta mayor.

Recordaremos, además de Zacarías, otros dos profetas menores: Abdías y Ageo.

 

El día de Dios está cerca

Abdías -palabra que significa "servidor de Dios"- ejerció su ministerio profético a fines del siglo VI a. C. Su Libro es el menor de todos del Antiguo Testamento, pues se compone de apenas 21 versículos.



Él habla contra los idumeos, descendientes de Esaú, que se habían aliado cobardemente a sus enemigos para saquear Jerusalén, cuando esta fue invadida por los filisteos y árabes. "El lenguaje del profeta resuena como si saliese de las grietas de una roca."

 

He aquí un ejemplo: "¡El día del Señor está llegando para todas las naciones! [...] ¡Los actos que practicaste caerán sobre tu cabeza!" (Ab 15). "La ruina de los idumeos representa para [Abdías] la de todos los enemigos de la verdadera Religión."

 

La memoria de San Abdías es celebrada el 19 de noviembre.



En 538 a. C, Ciro hizo un decreto permitiendo que los judíos regresasen a Palestina. Muchos de ellos volvieron, dirigidos por Zorobabel - nombrado Gobernador de Judea - y por el Sumo Sacerdote Josué. A pesar del celo de esos dos personajes, los hebreos no tuvieron fortaleza para vencer las dificultades y se preocupaban más con su conforto personal que con la gloria de Dios.  Entonces, el Altísimo suscitó profetas que increparon ese egoísmo y animaron al pueblo a reconstruir el Templo.

 

El nuevo Templo tendrá mayor esplendor

Uno de esos profetas fue Ageo, nacido probablemente en Babilonia.

Censurando la debilidad de los judíos que se radicaron en Jerusalén y en otras localidades de Judá, dice él dos veces: "¡Prestad atención a vuestro modo de vivir!" (Ag 1, 5 e 7). Es importante conocer la Doctrina Católica. Pero eso no basta; debemos amarla y vivirla. Ella precisa impregnar toda nuestra existencia, o sea, los modos de ser: mirar, hablar, caminar, sentar, gesticular, comer, etc. Es lo que se deduce de esa advertencia hecha por el Profeta Ageo.

La reprehensión de Ageo produjo frutos, y los trabajos de la reconstrucción del Templo fueron iniciados. Entonces, el Profeta afirmó:

"El esplendor de esta Casa será mayor que el de la antigua" (Ag 2, 9). Eso ocurrió cuando Nuestra Señora y también San José penetraron en el Templo; y, sobre todo, con la presencia adorable de Nuestro Señor Jesucristo.

Alguien podría presentar la siguiente dificultad: Pero la Santísima Virgen, su virginal esposo y el Redentor entraron en el tercer Templo, el construido por Herodes...

Responde el Padre Fillion: Herodes no abatió sino en parte el Templo de Zorobabel. Entretanto, es más probable que el Profeta Ageo hablaba simplemente del Templo de Jerusalén, sin distinguir el segundo del tercero. "El contraste, pues, no es entre los dos edificios, sino las dos glorias y, por consiguiente, entre las dos épocas."

A respecto de la obra de Herodes (40-4 d. C), afirma Monseñor Cauly que él emprendió una "restauración magnífica del Templo de Jerusalén", pero se limitó a aumentar el edificio, "conservando las partes que habían sido construidas en la época del retorno del cautiverio".

Ageo es santo y su memoria es celebrada el 16 de diciembre.

 

Previsiones respecto a Nuestro Señor

Zacarías pertenecía a la tribu de Leví y "consagró enérgicamente su influencia de sacerdote y de profeta para re-erguir la teocracia de sus ruinas". Esdras (6, 14) elogia el celo que él demostró -juntamente con Ageo- para la reconstrucción del Templo.

El Profeta tuvo ocho visiones. En una de ellas, él contempla un Ángel que ordenó fuesen retiradas las vestiduras sucias del Sumo Sacerdote Josué, y cambiadas por otras limpias, de gala (cf. Zc 3, 4-5). Todo eso tiene su significado. "El sacerdocio había contribuido mucho para la pérdida de Judá. Ahora [Zacarías] nos muestra el pontífice con ornamentos puros, señal de la pureza del propio sacerdocio."

Entre otras profecías, él prevé que Nuestro Señor Jesucristo:

- Entraría triunfalmente a Jerusalén, "montado en un [...] burrito, hijo de jumenta" (Zc 9, 9).

- Sería traicionado por uno de los suyos y vendido por el precio de treinta monedas de plata (cf. Zc 11, 12); traspasado por una lanza (cf. Zc 12, 10).

Entre las vigorosas increpaciones contra los escribas y fariseos - referidas por San Mateo, capítulo 23: los siete "ais" -, Nuestro Señor menciona Zacarías, "que asesinasteis entre el Santuario y el altar" (Mt 23, 35).

Entretanto, no se trata del profeta menor homónimo. Citando a San Epifanio, el Padre Darras afirma que las palabras del Redentor se aplican al Sumo Sacerdote Zacarías, asesinado en el interior del Templo, por orden del Rey Joás, en el siglo IX a. C.

El Martirologio refiere que la memoria de San Zacarías es celebrada el 6 de septiembre.

 







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