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Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen
San Mateo 5, 38-48, VII Domingo de Tiempo Ordinario, Ciclo A.


Por: H. Hiram Galán LC | Fuente: www.missionkits.org



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, la rutina consume mi vida, la tristeza se asoma a mi alma continuamente. Ayúdame a recobrar la felicidad al sentirme profundamente amado por Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)



Del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda.

Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.

Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.

Palabra del Señor.



Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Hoy en día se puede ver que, aunque el Evangelio habla bastante fuerte, parece que nadie lo escucha. Ante la indiferencia de tantos cristianos hacia la Palabra de Dios tenemos testimonios vivientes de quienes si viven y encarnan el Evangelio, por ejemplo.

Si te parece difícil amar a tus enemigos, imagina cuánto más a nuestros hermanos perseguidos en medio oriente. Ellos viven amenazados y en constante riesgo del cual se podrían librar con tan solo rechazar su fe. Sin embargo, no sólo permanecen fieles sino que además piden continuamente por sus perseguidores. Ofrecen sus vidas al Señor por sus mismos verdugos.

Que poco soy capaz de darle a Aquél que me creo, me amo y se entregó por mí. Ayúdame, Señor, a no dejarme llevar por la cobardía. Enséñame a transmitir mi fe con pasión en un mundo que nos persigue y nos tiene amenazados con armas intelectuales e ideológicas.

Madre santísima, dame el valor que tuviste tú al pie de la cruz, que en el momento del profundo dolor sólo supiste amar y dar lo más preciado que tenías, tu hijo Jesucristo.

«Nos encontramos frente a una de las características más propias del mensaje de Jesús, allí donde esconde su fuerza y su secreto; allí radica la fuente de nuestra alegría, la potencia de nuestro andar y el anuncio de la buena nueva. El enemigo es alguien a quien debo amar. En el corazón de Dios no hay enemigos, Dios tiene hijos. Nosotros levantamos muros, construimos barreras y clasificamos a las personas. Dios tiene hijos y no precisamente para sacárselos de encima. El amor de Dios tiene sabor a fidelidad con las personas, porque es amor de entrañas, un amor maternal/paternal que no las deja abandonadas, incluso cuando se hayan equivocado.»
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de noviembre de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Tendré presente en mi corazón a los cristianos perseguidos y buscaré ayudarlos en la medida de mis posibilidades.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.







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