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Las mejores edades para educar valores
Entre los 6 y 12 años, los niños experimentan el periodo óptimo para educar hábitos intelectuales y de conducta


Por: María Lucea / “Hacer familia” | Fuente: Forum Libertas.com



Entre los seis y los doce años -la madurez de la infancia-, los niños poseen una disposición natural a desarrollar una intensa actividad, siendo el periodo óptimo para educar hábitos intelectuales y de conducta, que les forjarán su futura personalidad de adultos. Es la conocida “edad de oro de las virtudes”, que bien enfocada evitará gran parte de los problemas en la adolescencia.

Los periodos sensitivos de los niños desde los 3 hasta los 12 años y hacen referencia al comportamiento y al carácter, les hacen más receptivos al aprendizaje con menos esfuerzo. Por este motivo, hasta los doce años debemos aprovechar estas buenas disposiciones para que realicen actos buenos.

Enseñar valores y virtudes por edades:

1.- Sinceridad (3 a 9 años)

A partir de los siete años se vive como una consecuencia de la justicia: saben que deben decir la verdad sin necesidad de haber recibido clases especiales. Al llegar al uso de razón comienzan a comprender el valor moral de la verdad y son capaces de esforzarse por vivir la sinceridad, aunque a veces les cuesta.



Tienden a ser sinceros, pero cuando no se fomenta esa costumbre, pueden descubrir las grandes ventajas de saber mentir.

2.- Estudio (7 a 12 años)

Afán de aprender y tendencia a la curiosidad; les gusta destacar, sobresalir y son capaces de luchar por ser los mejores. Cuando un niño de siete a doce años no estudia, debemos pensar que existe un problema y hay que descubrirlo cuanto antes.

3.- Generosidad (7 a 11 años)

En estas edades los niños experimentan el impulso de ser generosos, prestar servicios y ayudar. Es el momento oportuno para desarrollar tres virtudes: generosidad, laboriosidad y reciedumbre. El sentido natural de la justicia, la apertura hacia los padres y la tendencia a obedecer, ayudarán a consolidar la generosidad; pueden existir rebeliones pero serán cortas y se olvidarán pronto. A los siete años, la razón está empezando a trabajar y se despierta en los niños una tendencia natural a ayudar, a hacer encargos, a darse; pero es necesario encauzarlos, guiarlos y hacerles descubrir la necesidad de ser generosos y la alegría que se siente después.



4.- Fortaleza y carácter (7 a 12 años)

Debemos ayudar a los hijos a adquirir unas capacidades muy importantes para poder enfrentarse a la vida: la voluntad para la lucha y la capacidad de sacrificio. Para ello, hay que esforzarse diaria y continuamente, como un entrenamiento, en esa multitud de pequeños detalles que suponen un vencimiento.

Consejos para padres sobre la educación en valores y virtudes

–   Los niños sobreprotegidos y consentidos, que no saben vivir la templanza y ven colmados todos sus caprichos, acaban convertidos en adultos sin voluntad, incapaces de alcanzar sus metas que se propongan en su vida futura.

–   La virtud no se adquiere por repetición mecánica de actos, sólo se alcanza cuando son conscientes y voluntarios, con libertad. Debemos ayudarle a pensar para que sea el propio hijo el que haga suyas las decisiones (virtud), en lugar de limitarse a decirle lo que debe hacer (obediencia).

–   Es bueno que los padres reservéis una tarde para pensar tranquilamente en cada uno de los hijos, reflexionar sobre los puntos fuertes y débiles, dónde interesa más insistir, etc.

–   Cualquier actividad puede ser formativa. Jugar a un juego de mesa, por ejemplo, puede ser educativo si se respetan las reglas, si se vive la generosidad, si se respeta al contrario…

–   Quizá nuestros esfuerzos no parezcan recompensados a corto plazo; no importa: si trabajamos con constancia recogeremos al llegar la adolescencia los primeros frutos de nuestra labor.

–   A estas edades, los hijos se sienten apasionados por los pequeños retos, especialmente si conllevan algo de esfuerzo. Suele ser uno de los modos más adecuados para motivarles, apelando a su capacidad de auto superación.

Una buena manera de educar en virtudes es no ahorrar a los hijos esfuerzos razonables: tener encargos en casa, hacerse la cama antes de ir al colegio, salir a la calle con los zapatos limpios, recoger la mesa después de cenar, bajar la basura, obligarse a cumplir un horario, mantener silencio cuando los hermanos estudian, sonreír cuando les duele la cabeza, etc.







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