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Pasar tiempo juntos en familia, ¿una utopía?
La convivencia en familia ha vuelto algo complejo hoy en día por múltiples razones


Por: Nicasio Villa Rodríguez | Fuente: http://www.yoinfluyo.com/



Nidia, una joven madre de 38 años de edad, se levanta a las 5:30 de la mañana de lunes a sábado a preparar el desayuno a su esposo y sus dos hijos adolescentes, para despacharlos a su trabajo y escuela, respectivamente; y mientras ella se encuentra en esta labor, ellos tienden sus camas, se dan un baño y se arreglan para salir.

Una vez que todos han desayunado, Nidia les deja preparada además la comida a sus hijos para cuando regresen de clases, ya que ella sale también a su lugar de trabajo, un centro de atención telefónica, del cual retorna a su hogar prácticamente al anochecer.

Y como el de Nidia, son miles los casos de madres de familia que, además de atender sus deberes en el hogar, se desempeñan en un trabajo remunerado para completar el ingreso familiar necesario que les permita solventar sus necesidades.

Importancia de la convivencia familiar

Bien dicen los expertos cuando subrayan las bondades de la convivencia familiar y la importancia de que los integrantes del núcleo familiar pasen tiempo juntos. “Dediquen tiempo para platicar. La comunicación es vital para fortalecer los vínculos afectivos de la familia”, aconsejan.(1)



Y esto es cierto. Lo más esencial es la convivencia familiar, pues sin ella surgen muchos de los problemas que hoy en día nos están afectando, como la violencia, la drogadicción, la criminalidad, etc. Y esto, precisamente, porque nunca se dieron tiempo para platicar, para infundir valores, dar seguridad y sentido de pertenencia a cada integrante de la familia.(2)

Pero llevar a cabo esto se ha vuelto algo complejo hoy en día por múltiples razones, de las cuales –por ser breves– citamos dos de ellas.

En primer lugar está la movilidad urbana, como la de la Ciudad de México, donde se estima que una persona invierte 3.5 horas al día, considerando todos los viajes diarios que realiza para desplazarse de su hogar al centro de trabajo, o escuela, (INEGI, 2007)(3), situación que puede presumirse se replica en las 59 Zonas Metropolitanas (ZM) del país.

En este sentido, la movilidad urbana se constituye en un elemento estratégico en las dinámicas de las ciudades, que al mismo tiempo impone costos sociales y ambientales que se reflejan en la manera en que comunidades e individuos interactúan y acceden a derechos y oportunidades.

Los largos desplazamientos que deben realizar diariamente los integrantes de las familias, acortan por otro lado los tiempos que podrían ser dedicados a la convivencia familiar, la tertulia y el esparcimiento.



Por otra parte, está el uso que se le está dando a las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, que prácticamente han modificado hábitos de vida y la forma en que nos comunicamos e interactuamos socialmente.

Las TIC forman parte de nuestra vida. La educación, el ocio, la comunicación, las relaciones interpersonales, el trabajo, están mediados por las nuevas tecnologías, por lo que es necesario conocerlas y manejarlas.(4)

Pero la mayor información que nos proporcionan las TIC, no necesariamente es mayor conocimiento. Por lo que debemos tener muy claro que su abuso implica riesgos, como pueden ser el aislamiento, aprendizaje de malas conductas, adicción, y otros más específicos como ciberbullying (ciberacoso), grooming, sexting, etc. Todo ello, en perjuicio de la convivencia familiar.

A manera de conclusión

Cabe semblantear aquí que una alternativa de solución para impulsar y fortalecer la convivencia familiar pudiera ser el incentivar en todos los integrantes de la familia el gusto por el Ocio, entendido éste no como simple tiempo de evasión de la realidad y de las obligaciones cotidianas, ni como un tiempo de descanso de los valores, sino como la posesión por medio de la contemplación de aquello que se contempla.(5)

Entendido de esta manera, el ocio se convierte así en un ámbito que posibilita al ser humano dirigirse, por la contemplación, hacia la verdad, el bien debido y la belleza.

Esta contemplación puede ejercitarse de maneras muy diversas: en el turismo, en la naturaleza, en las relaciones sociales, en las distintas expresiones culturales y artísticas, en la familia, en las iniciativas solidarias, en el silencio de la oración, en la participación en la vida de la Iglesia donde Cristo está presente, en el Evangelio… en muchas formas novedosas en que se pueden organizar los integrantes de la familia para fortalecer los vínculos de unión y hacer de sus núcleos familiares faros de luz que motiven a otras familias a esta contemplación creativa que necesariamente habrá de reflejarse en el fortalecimiento del tejido social.







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