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Neopaganismo: Resurge en Grecia el culto a los antiguos dioses olímpicos
Los adoradores de antiguos dioses griegos aspiran a revivir el espíritu helénico de la antigüedad


Por: P. Luis Santamaría |



El culto a los dioses antiguos está regresando a Grecia. Recientemente se han hecho populares las iglesias del país que patrocinan la adoración de personajes mitológicos, tal como informa el portal Greek Reporter y se hace eco RT. Los seguidores ven al cristianismo como una religión que sustituyó a las prácticas religiosas de los antiguos griegos, y en algunos aspectos lo hizo por medio de la violencia.

Los adoradores de antiguos dioses griegos aspiran a revivir el espíritu helénico de la antigüedad y por lo tanto se unen a “iglesias” como, por ejemplo, el Consejo Supremo de Griegos Gentiles, fundado en 1997, que defiende el politeísmo y la tradición étnica.

Además hay eventos especiales que celebran los tiempos antiguos de Grecia. Por ejemplo, el festival Prometheia es una celebración anual dedicada al “espíritu antiguo” que se celebra desde hace ya 21 años, por lo que ya se ha convertido en una institución panhelénica, tal como publica el portal.

Agresión a una iglesia

Sin embargo, hay aspectos de estos movimientos que no son pacíficos. En ese sentido, recientemente “seguidores de Zeus” han destrozado una iglesia ortodoxa en la isla de Creta. Es sólo uno de varios incidentes similares que han tenido lugar en el país.



Según informa el medio digital Noticia Cristiana, el templo agredido, de tradición ortodoxa, tenía imágenes en su interior que fueron objeto de vandalismo. Además, se depositaron heces en el lugar y fueron escritos con carbón mensajes contra el cristianismo en las paredes.

Eventos similares se han registrado en otras iglesias de Grecia. Para los nuevos paganos, es un recordatorio de que la mayoría de las iglesias cristianas de los primeros siglos habían sido “casas” de las deidades de su panteón.

Una procesión para celebrar el solsticio de verano

La Grecia de los ancestros, consagrada a los olímpicos dioses (Zeus, Hera, Apolo, Atenas, Ares, Dionisio…) está ocupada, invadida por un culto extraño: el cristianismo. Este reclamo moviliza a un par de millares de griegos pertenecientes a las organizaciones helénicas que pugnan por el retorno a los rituales y creencias pre-cristianos. Lo cuenta Fabián Acosta Rico en La Crónica de Hoy (Jalisco, México).

Como en los tiempos de Teseo, verdugo del hijo de Minos, de Aquiles, frustrado aspirante al trono de Zeus, de Jasón, el héroe de Vellocino de Oro, los seguidores del movimiento “El regreso de los helenos” realizan una procesión durante el solsticio de verano, el 21 de junio, en honor al titán que robó a los númenes el fuego y la luz de la razón y los dio como dones a la desprovista humanidad.

El Festival Prometheia, en honor a este semi-dios, Prometeo, se considera el evento más importante de los neo-paganos griegos; desde temprano comienza con una carrera de 10 kilómetros que arranca en Dion y concluye en la cima del Monte Olimpo, antigua morada de las 12 divinidades tutelares, descritas por Hesíodo y Homero. El festival involucra danzas, recreaciones de las tragedias griegas y su sinfín de rituales descafeinados del carácter sangriento o sacrificial tan propio de la praxis religiosa helénica.



En los templos de Atenas —y del resto de la Hélade— era común la inmolación de cabras, toros, palomas… los nuevos adoradores de Zeus prefieren, votivamente, ofrendar a sus olvidados dioses flores, perfumes, canciones como si se tratase de una verbena acuariana o new age. El evento dura tres días en los que, en franco desafío a las autoridades religiosas de la Iglesia Ortodoxa, los imitadores de hierofantes y las aspirantes a sibilas realizan bodas y cambios de nombre sin más validez que la simbólica o la emocional.

Entre la creencia y la protesta

Este culto neopagano mediterráneo surgió en el año 1996. Su líder y fundador, Trifón Olympios, dista de ser neo-espiritualista arrojado, como tanto druida y pseudo-chaman, por la delirante resaca de la postmodernidad; por el contrario, tiene preparación universitaria y es además profesor de Filosofía.

Olympios estructuró su neo-religión entorno a un laxo culto a los 12 dioses del Olimpo, de allí que este culto reciba también el nombre de dodecateísmo.

Aunque oficialmente los seguidores del actual Consejo Superior Nacional de los Helenos no sostienen un paganismo a ultranza que les reconozca personalidad y existencia de facto a los viejos dioses, sin embargo, en los hechos no prevalece una uniformidad de creencias o un canon en común entre los helenos: algunos, por ejemplo, sí reconocen que Deméter, Hefesto, Afrodita, más que encarnaciones divinas, son símbolos que representan valores o fuerzas de la naturaleza; otros, en cambio, se toman literal el viejo antropomorfismo de la religión olímpica.

En número, los helenos son pocos, pero de muy variadas procedencias y militancias, que entre sus 2.000 seguidores encontramos acuarianos rescatistas de cultos ancestrales, izquierdistas anticlericales y nacionalistas de extracción neopagana.

Fuera de Grecia, según estimaciones del año 2005, el movimiento aglutina a unos 100.000 practicantes y seguidores, suficientes para conformar una secta; su dispersión o informalidad se deben en buena medida a la falta de un líder carismático y de un corpus doctrinal (ni la religión ancestral griega lo tuvo).

Polémica y reacción cristiana

La Iglesia Ortodoxa Griega ha hecho valer su estatus de religión oficial en su confrontación con los helenos. En el año 2004, la Suprema Corte le concedió al judaísmo y al islam el estatus de religiones aceptadas, es decir, que su confesión y práctica dejarían de ser ilícitas en Grecia.

El neopaganismo helénico tuvo que esperar hasta el año 2006 para dejar de estar proscrito aunque, dicho sea de paso, su salida de la clandestinidad no la inmunizo contra los descréditos de los popes. Por ejemplo, el presidente de la Comunidad de los Sacerdotes Griegos, el padre Eustathios Kollas los calificó de “un montón de miserables resucitadores de una degenerada religión muerta que desean regresar a las alucinaciones del oscuro pasado”.

Intelectuales y académicos, menos severos e inquisitoriales, sólo los tachan de excéntricos que juegan con togas a las tragedias así cómo los fanáticos de la Edad Media gustan también de simular torneos y justas.

 







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