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Francisco Pacheco y ocho compañero, Beatos
Mártires de Japón, 20 de junio


Por: Cristina Huete García | Fuente: hagiopedia.blogspot.com



Mártires Jesuitas

Martirologio Romano: En Nagasaki, en Japón, beatos mártires Francisco Pacheco, presbítero, junto con ocho compañeros de la Orden de la Compañía de Jesús, que fueron quemados vivos por quienes odiaban la fe cristiana ( 1626).

Estos son los nombres: Baltasar de Torres y Juan Bautista Zola, presbíteros; Pedro Rinsei, Vicente Kaun, Juan Kinsako, Pablo Kinsuke, Miguel Tozo y Gaspar Sadamatsu, religiosos.

Fecha de beatificación: 7 de julio de 1867, junto a otros 196 mártires de Japón, por el beato Pío IX

Breves Biografías


Francisco Pacheco, nació en Ponte de Lima, Portugal, en el seno de una noble familia Llevado de su gran espiritualidad, muy joven hizo el voto de ser mártir y cuando era estudiante en Lisboa y vio a cuatro japoneses que volvían de Roma de visitar al Papa, porque eran católicos, decidió dedicarse a las misiones del Japón. Con ese deseo entró en la Compañía de Jesús el 1 de enero de 1586. Hechos los votos religiosos y los estudios, fue enviado a Macao (1592) donde fue ordenado sacerdote; la superioridad accedió a su deseo y lo envió a Japón, donde llegó en 1604 y allí fue rector, provincial, vicario general y administrador de la diócesis.



Conoció primero la libertad religiosa y en su ámbito hizo un fecundo apostolado y luego pasó por numerosos avatares cuando se desató la persecución. Tuvo que pasar más de un año en un escondite, del que salía sólo por las noches.

Baltasar De Torres, nació en Granada, España, en el seno de una noble familia. Pasó de niño a Ocaña, de donde su padre fue gobernador, y estudió en el colegio que la Compañía de Jesús tenía en aquella población, donde le llega su vocación religiosa. Ingresó a los 16 años en el noviciado de Navalcarnero. Hechos los votos, estudió Filosofía en el colegio de Huete y fue destinado al de Cuenca como maestro de gramática. Luego pasó a Alcalá para estudiar Teología y le fue aceptado su ofrecimiento de ir a las misiones. Ordenado ya de diácono, con los tres japoneses que volvían de Roma, marchó a Oriente y ordenado sacerdote entró por fin en Japón el año 1600.

Trabajó en Meaco, Osaka, Ganga, Noto y Zu con mucho fruto espiritual. Cuando llegó la persecución de 1614 se quedó clandestinamente en el Japón hasta que fue arrestado y sometido a juicio para pasar de ahí al martirio.

Juan Bautista Zola, nació en Brescia, Italia. Ingresó en su juventud en la Compañía de Jesús y, habiéndose ofrecido para las misiones, pasó primero a la India en 1602 y dos años más tarde al Japón.  Se estableció en Tacacu, pero en el 1614 fue exiliado a China donde continuó su trabajo apostólico. Pidió a dos compañeros jesuitas, que fueron martirizados antes que él, que intercedieran ante Dios para que le fuera concedida la gracia del martirio, y ellos se lo prometieron por carta.

Gaspar Sadamatsu, natural de Omura (Japón); era un hombre culto y versado en la religión del país. En el 1582 ingresó en la Compañía de Jesús en Bungo; fue secretario de varios provinciales; el último de los cuales fue el beato Francisco Pacheco, con quién murió quemado vivo en Nagasaki.



Juan Kinsako, nació en Ocinozu (Japón). Fue novicio jesuita, arrestado y había sobresalido como notable catequista y compañero de los misioneros, con los que se había criado y de quienes no quiso separarse cuando con ellos fue arrestado y pudo obtener la libertad.

Miguel Tozo, era del Estado de Arima en Japón. Algunos autores dicen que fue coadjutor jesuita, pero parece que sólo trabajo como catequista para ellos; fue catequista del beato Jerónimo de Angelis, luego del beato Sebastián Kimura y finalmente del beato Baltasar Torres. Acompañó con gran celo a estos misioneros, pasando con ellos numerosas dificultades. Siendo apresado cuando ayudaba al P. Torres.

Tras ser descubierto en un pueblecito en las cercanías de Nagasaki, fue enviado a la dura cárcel de Ômura, donde pasó toda suerte de penalidades. Fue quemado vivo en Nagasaki junto a varios misioneros.

Pablo Kinsuke, nació en Usanda (Japón). Conoció a los misioneros y abrazó la fe cristiana tomando el nombre de Pablo; primero fue ayudante y después catequista de los jesuitas beatos Jerónimo De Angelis y Pablo Navarro, cuando murió éste último, siguió con el padre Francisco Pacheco, esperando ser admitido en la Compañía de Jesús, lo cual sucedió cuando estaba en prisión.

Pedro Rinsei, nació en Arima (Japón) y se había criado con los jesuitas desde pequeño, convirtiéndose en su colaborador y acompañante, sobresaliendo como refutador del paganismo. Estudió en el seminario jesuita de Arima; fue catequista de Francisco Pacheco, que lo acogió en la Compañía en prisión.

Vicente Kaun, nació en Seúl (Corea). A los 13 años de edad fue llevado al Japón como prisionero de guerra; se hizo cristiano e ingresó en el seminario jesuita de Arima, trabajó durante 30 años como catequista en Japón y China. Fue un insigne colaborador de los misioneros poniendo al servicio del evangelio su conocimiento del coreano, el japonés y el chino.

En 1614, los bonzos soliviantaron a la autoridad y comenzó una persecución contra los misioneros y a todo aquel que los ayudase. En 1615 la persecución llegó a la zona de Nagasaki y hubo una detención masiva de misioneros. Aunque el rey de Arima, Japón, no puso en vigor inicialmente los decretos imperiales de 1616 contra el cristianismo sino que, disimulando, dejó seguir clandestinamente con su apostolado a los misioneros, en su ida a la corte imperial en 1625 al oír qué trato se daba en otros sitios a los cristianos, se asustó de su propia tolerancia y desde la corte dio orden de que empezara en su reino la persecución anticristiana, como así se hizo. Por medio de un apóstata se tuvo noticias de los misioneros y de los cristianos y comenzaron las redadas, la primera de las cuales fue el 18 de diciembre de 1625.

Ese día fue apresado el P. Francisco Pacheco, que había fijado su residencia en el puerto de Cochmotzu, hospedándose en casa de unos sinceros cristianos. Arrestado junto con un grupo de cristianos, fueron todos ellos llevados a dos embarcaciones. Cuatro días más tarde fueron arrestados el P. Juan Bautista Zola y otro grupo de cristianos. Todos fueron encerrados en la fortaleza de Ximabara, donde comenzaron a pasar frío y otras penalidades, en unas celdas estrechísimas donde recibieron un trato inhumano, hasta que llegó orden de que se les diera buen trato. El 15 de marzo de 1626 hubo la tercera redada, en la que, mientras decía misa, cayó preso el P. Baltasar de Torres, lo llevaron a una prisión tipo jaula.

El día 17 de junio de 1626 las autoridades revisaron las causas seguidas contra los misioneros y sus compañeros y concluyeron que debían ser quemados vivos, lo que tuvo lugar en Nagasaki el día 20 siguiente. Fueron trasladados con una cuerda al cuello y bajo escolta a Nagasaki, donde sufrieron el martirio, fueron quemados vivos, hasta formar una macabra iluminación nocturna sobre las colinas que circundaban la ciudad; sus cenizas fueron arrojadas al mar.

 







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