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Los sonidos de la pasión
Un impresionante video sobre los misterios de esta Semana Santa.


Por: P. Juan José Paniagua | Fuente: Catholic-link.com



Los sonidos de este video nos dicen mucho, porque son los sonidos de una historia que todos conocemos. Son los sonidos de la injusticia, del odio, de la traición de un mundo que le ha dado la espalda a Dios. Y frente a todas estas imágenes y a todos los maltratos que recibio Jesús, creo que también es importante que oigamos los sonidos de la respuesta de Cristo frente a tanto mal. El Señor respondió al mal con el bien. A la violencia, con la mansedumbre; al odio con el perdón; a la injusticia con la reconciliación. Jesús en su pasión ha querido enfrentar el mal con una de sus armas más poderosas: la misericordia.

Es difícil ser misericoridosos, sobre todo cuando vemos tanta injusticia y más aún cuando nosotros somos los que la sufrimos. Y a veces la misericordia a los ojos del mundo puede parecer tan débil, tan poco efectiva. Pero la realidad es que no hay nada que tenga tanta fuerza para convertir los corazones, como cuando respondemos al mal con el perdón, a la injusticia con el bien.

 

Creo que los sonidos de la cruz tienen que resonar con fuerza dentro de nosotros cada vez querramos devolver el mal, al que nos hizo mal. No seamos como dice el Evangelio, de los que tienen oídos, pero no oyen. El que era todo inocente, ya pagó por todos los que realmente somos culpables. Entonces que el sonido que más resuene en nuestras vidas que sea el del amor.

Les compartimos algunos extractos de la homilía del Papa Francisco el domingo de Ramos de 2015, que nos pueden ayudar a escuchar mejor los sonidos de la Semana Santa en nuestra vida:



“En esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será “santa” también para nosotros. Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos cómo Pedro, la “roca” de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios.

Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación.

(…) Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito… Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, sólo con su gracia, con su ayuda, también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida. En esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad, un sin techo…

Durante esta Semana Santa, pongámonos también nosotros en este camino de la humildad, con tanto amor a Él, a nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros (cf. Jn 12, 26)”.


Artículo originalmente publicado en Catholic-link

 









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